Cuidado con las reservas

El Banco Mundial viene marchando

Es cuestión de tiempo. Los castigados iraquíes deben tener paciencia. En unos cincuenta años dejarán de estar en el ojo de la tormenta. El petróleo habrá sido reemplazado, probablemente por el hidrógeno, y ya no será un factor decisivo en la geopolítica internacional. Otro será el recurso natural que desvele a la humanidad. La contaminación, la industrialización, el uso irracional, están amenazando las reservas de agua potable o potabilizable del mundo. Del total de agua existente en el planeta, solo el 2,5% es dulce, y además, de ella solo el 1% resulta accesible para el hombre, ya que el resto se encuentra congelada en los polos, esparcida en forma de humedad en los suelos, o circulando por las napas subterráneas más profundas.
El uso irracional y destructivo del recurso, especialmente en la industria y la agricultura –incentivado por los cultivos transgénicos y la utilización de pesticidas y fertilizantes–, es la mayor causa de la inminente escasez. Los países centrales, con el 12% de la población mundial, consumen el 85% del agua potable, y son los principales contaminadores. De tal modo que las guerras –militares y comerciales– que hoy se desarrollan para adueñarse del petróleo, cambiarán de objetivo, el oro negro irá mutando hacia el oro azul. En ese marco, Latinoamérica surge como uno de los mayores objetos de deseo por sus reservas de agua potable y biodiversidad. El subcontinente cuenta con el 47% del agua potable del planeta, y también con la mayor biodiversidad genética por su gigantesco pulmon, la región del Amazonas.
Ríos, lagos, esteros, bañados, lagunas, y acuíferos conforman el mapa de la nueva riqueza amenazada por los dueños del mundo. América latina cuenta con cuatro de los ríos más caudalosos: Amazonas, Orinoco, Magdalena y Paraná, lagos gigantescos como el Maracaibo en Venezuela, el Buenos Aires, de Argentina y Chile, y el Titicaca en Perú y Bolivia.
Además, bajo nuestros pies corre el acuífero Guaraní, tercera reserva mundial de agua potable.
El Guaraní, cuyos orígenes se remontan a 132 millones de años atrás, comprende las cuencas de los ríos Paraná, Uruguay y Paraguay, una superficie estimada en casi 1.200.000 kilómetros cuadrados, distribuidos entre Brasil (839.000, equivalente al 10% de su territorio), Argentina (226.000, 6%), Paraguay (71.700, 18%) y Uruguay (59.000, 25%). El área fundamental de recarga del acuífero es la zona de la triple frontera, en Iguazú, donde –¿casualmente?– Estados Unidos detectó células terroristas y en base a esa información, seguramente tan confiable como la que indicaba la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, pretende justificar la militarización, según revela, por ejemplo, la presión ejercida el año pasado sobre el gobierno argentino para la realización de ejercicio militares conjuntos y la instalación de una base militar en la provincia de Misiones.

Protección bajo sospecha
Universidades nacionales de los cuatro países del acuífero comenzaron a desarrollar su estudio y análisis, pero las redes de la dependencia económica y política determinaron que no había dinero para financiarlo y los gobiernos de la región encontraron la siempre tendida mano amiga del Banco Mundial, que financia y está al frente del proyecto… es decir, el zorro cuida el gallinero.
El 22 de mayo de 2003, en Montevideo, se firmó el proyecto de Protección Ambiental y Desarrollo Sustentable del Sistema Acuífero Guaraní, financiado por el Banco Mundial, los gobiernos de Holanda y Alemania, la Agencia Internacional de Energía Atómica y la Organización de Estados Americanos. ¿Los objetivos? Básicamente, expansión del conocimiento científico acerca del acuífero, el desarrollo e implementación conjunta de un marco institucional y técnico para su manejo, y la consideración de su potencial geotérmico para la generación de energía eléctrica, entre otros.
Leonardo Morelli, especialista brasileño, impulsor del movimiento Grito das Aguas, que nuclea a decenas de organizaciones ambientalistas y movimientos sociales, sostiene que "el proyecto del Banco Mundial no es transparente ni abierto a la participación activa de los organismos no gubernamentales. Para combatirlo, intentamos unificar todas las luchas creando una amplia red de monitores capaz de sensibilizar a la comunidad internacional sobre la importancia estratégica de la preservación del acuífero".
En tanto, la profesora e investigadora Elsa Bruzzone, secretaria del Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida), advierte que "en términos del primer mundo, preservación del recurso y desarrollo sustentable, implica el no uso de este recurso por parte del país donde éste se encuentra. Está englobado en la visión mercantilista, donde todo tiene precio, incluso la vida humana, mercadería sujeta a las leyes de la oferta y la demanda".
Coincide el economista mexicano Gian Carlo Delgado Ramos, coautor de Banco Mundial y desnacionalización integral de México, para quien "de lo que se está hablando en el fondo es de moldear las legislaciones de los países en cuestión para que faciliten programas de inversión privada sobre un recurso estratégico".

Empresas vs. estados
El Alca, hoy debilitado por la resistencia y movilización generada en los distintos países, contiene entre sus premisas la apropiación de los recursos naturales de los países "integrados" con Estados Unidos. Si se toma en cuenta el antecedente del Nafta, surge con toda claridad quién se beneficia con la "integración". Así, Metalclad Corporation accionó contra México por más de 15 millones de dólares cuando una municipalidad se negó a dar permiso para la instalación de una planta de tratamiento de desechos peligrosos que podía contaminar las napas subterráneas de agua. Por su parte, Sun Belt Water Inc. demandó a Canadá por diez mil millones de dólares porque el gobierno de Ottawa le puso un límite a la exportación de agua con destino a California. Todo vale en el comercio internacional, cuando se trata de multinacionales ávidas de hacer negocios.
El posible potencial energético del acuífero que intenta develar el Banco Mundial agregaría un motivo más para la apropiación. "Está en la mira, de Estados Unidos y de sus corporaciones, pero también de las multinacionales europeas –aclara Bruzzone–. Para el petróleo habrá sustitutos, pero el agua potable y la biodiversidad genética no tienen reemplazo".
El manejo de estos recursos a través de organismos internacionales por sobre los estados es una forma más de control, que se suma a la inquietante presencia de bases militares en la región. Sin ambages, el documento Santa Fe IV, que fija los objetivos de la política exterior estadounidense –elaborado en los 80–, establece que "los recursos naturales del hemisferio están disponibles para responder a nuestras prioridades nacionales".

Acuífero en peligro
Al cabo de la reciente cumbre de mandatarios del Mercosur realizada en Puerto Iguazú, Misiones, el canciller argentino Rafael Bielsa anunció la formación de una comisión de expertos para que se ocupe específicamente de la regulación del acuífero Guaraní. "Si no nos apuramos –reconoció Bielsa–, se pueden apurar otras regiones en ponernos condiciones que serían muy gravosas para nuestros intereses". Quizás haya que advertir al canciller que ya lo están haciendo, y es hora de apurar el paso, si es que la decisión política de defender la soberanía existe.
Por su parte, un ex canciller, el paraguayo Luis María Ramírez Boettner, designado para representar a su país en la comisión, fue frontal ante la consulta periodística: "Si el mundo quiere socializar este acuífero, que hagan lo mismo con el petróleo". En Uruguay en tanto, se llevará a cabo en octubre, junto con las elecciones presidenciales, un referéndum sobre la reforma constitucional del agua, promovida por la Comisión Nacional en Defensa del Agua y la Vida. Privatizar el agua es privatizar la vida, es el slogan de la campaña iniciada.
En nuestro país, la creciente extranjerización y concentración de la propiedad de las tierras –denunciada por la Federación Agraria Argentina (ver Acción N° 910– no es ajena al agua como recurso estratégico. Hace pocos meses, el empresario estadounidense Douglas Tompkins adquirió 105 mil hectáreas de campos y lagunales en la zona de Perugorría, provincia de Corrientes. El magnate ya contaba con 60 mil hectáreas en medio de los esteros del Iberá y 40 mil en un humedal cercano. Todas estas tierras tienen un alto valor relacionado con el agua dulce. Mientras tanto, en la Patagonia, los bellos lagos del sur se van alambrando sin que se regule la extranjerización del suelo nacional.
En Brasil, sede de más del 10% de las reservas mundiales de agua potable, el panorama no es diferente. "Tenemos constantes denuncias de que empresas multinacionales estarían comprando todas las principales fuentes de agua subterránea de Brasil, y nos consta el interés de empresas como Nestlé en explorar sin control, simultáneamente, el circuito de las aguas en Minas y fuentes de agua mineral en Santa Catarina", advierte Morelli.
El nuevo mapa de la riqueza natural cambia sus coordenadas y el continente americano pasa a estar en la mira de quienes están acostumbrados a tomar lo que necesitan sin miramientos ni rodeos. Si se logra preservar el acceso equitativo a las fuentes de agua potable, evitando el saqueo en ciernes en base a la creciente movilización social que va despertando para defender derechos esenciales de la humanidad, significará que el mundo comenzó a ser diferente, que –al menos una vez– la justicia se impondrá por sobre la ambición de los poderosos. Jorge Vilas

Fuente: Acciondigital.com.ar, 15 de agosto de 2004.