Anibal Fernandez convoca a la subversion

Cuando los otros días el ministro Aníbal Fernández mandó a los piqueteros ‘a laburar’ seguramente olvidó que no hace mucho había declarado, frente al tremendo panorama de la desnutrición infantil: "Somos unos hijos de puta". Desde ese lugar, su exabrupto contra los piqueteros se entiende perfectamente. Hace más de diez años, por la televisión, Altamira también había mandado a los inútiles ‘a laburar’, pero en alusión expresa al presidente del Citibank. Un ángulo diferente, por cierto, pero que separa a dos mundos.

Como abogado debutante, este puntero duhaldista del distrito de Quilmes habría debido saber que la calificación de vagancia tiene, en el conjunto del Río de la Plata, un contenido social específico. Fue la forma jurídica que esgrimió la oligarquía para arrear a los gauchos a la estancia o conchabarlos, como paso previo, en el ejército para sacarles la tierra a los aborígenes. La civilización en Argentina se desarrolló combatiendo al trabajador libre, que para ella personificaba ‘la barbarie’. No deja de ser instructivo que un vocero privilegiado de Kirchner se identifique con el sometimiento capitalista del gauchaje y con la confiscación agraria (y nacional) de la los aborígenes.

La exigencia de que los piqueteros vayan ‘a laburar’ es una cortina de humo, que de paso delata el cinismo de los que nos gobiernan. Porque es eso precisamente lo que han venido haciendo Duhalde, Kirchner, Ibarra y otros tantos gobernadores con los desocupados, que son obligados a aceptar empleos por 150 pesos en las reparticiones públicas o por alrededor de 300 pesos en las empresas privadas. De este modo imponen un nuevo piso salarial, incluso por debajo del mínimo que no se mueve desde 1991, y violan todos los convenios colectivos bajo la mirada complaciente de la burocracia sindical. Cuando el gobernador de Tierra del Fuego decidió cambiar esta situación, la semana pasada, por razones que hasta ahora ignoramos, efectivizando a numerosos desocupados que revestían como contratados, los salarios de éstos se duplicaron de 300 a 600 pesos (en la provincia fueguina el costo de vida duplica al de Buenos Aires). Para la burguesía argentina el remedio a la desocupación lo constituye el trabajo por una remuneración equivalente al 30% de la canasta familiar. La verborragia de Fernández está dirigida contra los desocupados organizados que se resisten a ser usados como ariete para degradar aún más la fuerza de trabajo.

Que los piqueteros no le hacen asco al trabajo lo demostraron recientemente los de Caleta Olivia. Como ya ocurriera a fines del año pasado, ocuparon la empresa de petróleo y arrancaron empleos dentro de los marcos del convenio colectivo. Pasarán a ganar de este modo unos mil pesos mensuales. La misma experiencia tuvo lugar en Tartagal, que además tiene una bolsa de trabajo. En las últimas semanas, la bolsa de trabajo, bajo control de las organizaciones piqueteras, se impuso en Pehuajó y con relación a las próximas obras públicas en Tucumán.

‘Que vayamos a laburar’ solamente puede realizarse ocupando las fábricas.

¿En eso estabas pensando, Aníbal?

Fuente: La Verdad Obrera nº 864 (po.org.ar), 19 de agosto de 2004.