La charca del espionaje

UN SUMIDERO QUE APESTA

ALEJANDRO GUERRERO

 

El "plan estratégico" de seguridad, con Beliz o sin él, siempre fue un gran aborto. Guerra mafiosa entre fuerzas de seguridad. Por qué el gobierno necesita de personajes como Stiusso.
El gobierno desmintió con énfasis el título de tapa de La Nación (29/7), que anunciaba la muerte del llamado "megaplan" de seguridad. Seguramente, Kirchner no quiso poner en práctica con tanta rapidez su "me autocritico o me corrijo", gritado desde una tribuna 24 horas antes al hablar de sus errores. Sin embargo, ese "plan estratégico" fue siempre un aborto inaplicable. Como diría Borges, un animal imposible.
Por ejemplo, se sabía que jamás podrían unificarse los fueros judiciales, porque eso afectaría a los jueces federales y ya se ha visto hasta qué punto el Presidente depende de la misma servilleta de Carlos Corach.
En cuanto a la reforma policial bonaerense, con sus foros vecinales y la elección de jefes policiales en poblados con menos de 70 mil habitantes, ha quedado fuera de debate: con todas sus limitaciones, la resistencia de los intendentes la ha hecho inviable. Lo mismo ha sucedido con la llamada "Bonaerense 2", que apenas consiguió 500 agentes sobre los 4 mil necesarios para empezar.
Peor suerte sufrieron los intentos de organizar una suerte de "FBI argentino", que actuaría a modo de "cabeza" de las otras tres fuerzas federales. Cuando el jefe de la Side, Héctor Icazuriaga, dijo que su secretaría se ocuparía de la "investigación criminal", declaró la guerra al resto de las fuerzas y arruinó cualquier posibilidad de un organismo federal.
Pero cuidado: el "FBI" vernáculo se habría ocupado también de ubicar y detener prófugos, con autorización expresa para interrogar (torturar), lo cual hace preciso modificar el Código Procesal Penal. Como siempre, esta gente se trae el cuchillo bajo el poncho.
Ahora bien: todas las funciones de ese se "FBI" ya están cubiertas por la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal, una de las tres patas del Sistema Nacional de Inteligencia dirigido formalmente por la Side. En otras palabras: el dichoso "FBI" está creado desde hace muchos años pero jamás tuvo presupuesto asignado, de modo que nunca existió. ¿Por qué? Porque en cuanto alguien pretenda ponerlo en marcha, chocará con áreas de investigaciones de la Policía Federal, de Gendarmería y de Prefectura Naval. Y todos recuerdan la advertencia semipública que en su momento hizo llegar la Bonaerense: "En cuanto un federal pise territorio nuestro, lo cagamos a tiros".
Las mafias intocables
Eso sucede no sólo en la provincia de Buenos Aires. En todo el país la mafia punteril de los intendentes se sostiene en la mafia policial, en las "cajas negras" de recaudación atadas al narcotráfico, la prostitución, el juego clandestino, los desarmaderos de autos robados. Por eso, desde el primer momento, gobernadores y jefes municipales bramaron contra el "megaplan". Por eso, además, Juan Carlos Blumberg protesta por la caída de Beliz: él había acordado con el ex ministro el proyecto represivo, que obtuvo en su momento el aval explícito de Kirchner. No pudo ser.
Añádase a todo eso el papelón de los 45 casetes robados en la causa Amia, sustraídos del juzgado de Juan José Galeano por el comisario Jorge Fino Palacios, hombre de larga experiencia en ese tipo de cosas. Por ejemplo, Palacios ya fue "operador" de Raúl Alfonsín cuando se amenazaba con bombas a cines y colegios en tiempos del gobierno radical. Casi todas las otras costillas del Fino —quien estuvo a punto de ser jefe de Policía bajo el actual gobierno— las cuenta en detalle el periodista Raúl Kollmann en Página/12 del 28 de julio.
Otra vez "Jaimito"
En cuanto al agente de la Side Jaime Stiusso, (a) Stiller, la prensa ha rememorado correctamente que ya era hombre público desde que declaró en la causa Amia: allí quedó grabada su voz y filmada su gorda humanidad. Por nuestra parte, recordamos que en aquella ocasión, en Prensa Obrera N° 823 (30/10/03) denunciamos que la presencia de Stiusso en el tribunal obedeció a una orden directa de Kirchner, quien, por intermedio de Sergio Acevedo —por entonces jefe de la Side y hoy gobernador de Santa Cruz— lo mandó a decir que las operaciones de la Bonaerense contra los desarmaderos de autos no habían tocado Lomas de Zamora, la jurisdicción de Duhalde. Eran los tiempos de la "transversalidad", cuando las camarillas de Kirchner y de Duhalde peleaban como perros, antes de amigarse de nuevo para disgusto de D’Elía, Ceballos, Bonasso y otros por el estilo.
Por eso Kirchner necesita de un tipo de semejante calaña, defendido ahora nada menos que por el gran alcahuete menemista Miguel Angel Toma. Además, otra de las especialidades de Stiller es, como dice el último número de la revista Noticias, el espionaje a funcionarios del propio gobierno, tarea que va desde los teléfonos pinchados hasta la repugnancia del espionaje sexual. Así se asegura el Presidente la "lealtad" de su gente, así los obliga a soportar humillaciones y maltrato continuos. Hasta que, como otros, él mismo sea víctima del personaje.
Hoy, como en octubre del año pasado, podemos darle a la nota el mismo final: "En cualquier costado de esta burguesía en la que se meta un dedo, brota la mierda como agua del lomo de una ballena".

Fuente: Prensa Obrera (po.org.ar), 5 de agosto de 2004.