La construcción de la verdad y la mentira en los medios de comunicación

por Claudia Acuña

Este apunte fue escrito en noviembre del 2001. Fue parte del material elaborado especialmente para la materia Actualización en Periodismo Político, de la Maestría de Periodismo de la Universidad Nacional de Cuyo. Solo se actualizaron algunas cuestiones referidas a datos coyunturales.

¿Qué es verdad y qué es mentira?

Aristóteles lo definió así:

Decir que lo que es, no es.
O lo que no es, es.
Esto es falso.
En cambio,
decir que lo que es, es
Y lo que no es, no es
Esto es verdadero.

Esta sencilla definición contempla, en realidad, toda la compleja y delicada trama que separa la verdad de la mentira.

Lo que nos está diciendo Aristóteles, en principio, son dos cosas fundamentales:

  1. Verdadero y falso son conceptos que tienen "una conexión esencial". Lo que no es una cosa, es la otra.
  2. No son permanentes. La verdad y la falsedad son transitorias, en la medida en que las cosas cambian. Esa es, por así decirlo, su fatalidad: son perennes. Por eso establece "grados" de verdad o falsedad:

Sin embargo, en la búsqueda de una definición de lo que podríamos llamar "una verdad objetiva" Aristóteles llega a la siguiente conclusión: "Es lo que pasa".

Así de simple.

Un enunciado es verdadero cuando dice lo que pasa.

Sólo por esto, Aristóteles merecería ser el padre del periodismo.

En su libro Ser, verdad, Acción, el filósofo Ernst Tugendhat (nacido en la República Checa, emigró a Suiza y luego a Venezuela, profesor de importantes universidades de Europa y América Latina) repasa estas cuestiones elementales de la filosofía para pronunciarse sobre los conflictos del hombre moderno. Una tarea didáctica, para un mundo que parece haber perdido las huellas de las diferencias, especialmente en un tema que él analiza en el último capítulo: la comunicación.

Tugendhat cita a Habermas para decir que cuando alguien miente no hay acción comunicativa. Podríamos decir entonces que la mentira es la negación misma del periodismo en cuanto ejercicio social de la comunicación.

Ahora bien.

¿Cuándo mentimos?

Aristóteles es quien nos responde: cuando no comunicamos lo que pasa.

Más información y menos verdad

El viernes 26 de octubre del 2001 el diario español El País reprodujo las declaraciones de la escritora inglesa Doris Lessing en ocasión de la entrega del premio Príncipe de Asturias. Dice Lessing: "Nunca ha habido un momento en la humanidad con más información y menos conocimiento". Y señala a los responsables: "Los medios de comunicación están creando sus propias realidades y estas realidades puede que no siempre estén conectadas con los hechos reales".

Lessing dice, claramente, que los medios no comunican: mienten.

Este también es el diagnóstico de los franceses Jean-Paul Fitoussi y Pierre Rosanvallon en su libro La nueva era de las desigualdades. "Los medios son el reflejo de los balbuceos, las contradicciones y los límites de las democracias modernas. Todas las funciones que el sistema político no cumple encuentran a menudo una respuesta deformada y perversa en el sistema mediático. Cuando la sociedad se vuelve opaca, se imponen los talk shows; cuando el reformismo titubea, crecen los reality shows. Los medios tienden a convertirse en una especie de alternativa a los déficits de lo político". La construcción de esa alternativa es hoy así de perversa. Cuando peor es la calidad de la política, mayor es la degradación de los medios.

A peor política, mejores mentiras.

Ahora bien

¿Cómo mentimos?

En la edición de setiembre del 2001 de la revista de comunicación Voces y Cultura, editada en España, Carlos Zeller analiza un tema en especial: la deuda externa, según la han informado los grandes diarios de su país. Bajo el título "La mirada periodística sobre la economía", Zeller puntualiza:

"La división del periódico en secciones temáticas constituye uno de los instrumentos de organización del trabajo más característicos. En su origen, esta organización temática reflejaba las jerarquías de poder en la estructura del Estado: las secciones de Política y Política Internacional ocupaban las primeras páginas y absorbían la mayor parte de los recursos. (...) La creciente centralidad de la actividad económica en la vida pública así como la complejización del mundo social impusieron (...) la incorporación de las secciones Economía y Sociedad".

Zeller señala que esta división no es solo una propuesta cartográfica que ordena la lectura y el trabajo, sino que se ha ido transformado en una concepción ideológica nítida al filtrar qué temas se pueden tratar en dónde.

"La sección Economía ha sido sometida a una especie de cuidadosa limpieza de los efectos colaterales que produce la organización económica. Así, por ejemplo, mientras en sus páginas se da cuenta extensamente de los avatares de la economía y sus indicadores (...) no se publica en ella prácticamente ni una sola línea sobre la desigualdad económica y social" dentro y fuera del país. "El efecto más significativo en términos periodísticos lo constituye la separación entre causa y efecto, entre economía y sociedad", concluye. La consecuencia ideológica es "una concepción de la información económica como un espacio sin disenso, como un factor para las tomas de decisiones, claramente orientadas a las élites económicas y neoliberales". Es decir, en un terreno en el que debaten solo los "especialistas" sobre cuestiones de formas y no de fondo. "Las visiones críticas elaboradas por académicos y técnicos -incluso- han tenido un lugar marginal

( Zeller señala la sección Opinión como el terreno destinado al debate y aquí conviene recordar la definición de Aristóteles sobre esta palabra), como también ha sido periférica y puntual la participación de los actores sociales implicados".

Este problema de estructura que afecta a todo el periodismo contemporáneo demuestra "la incapacidad manifiesta para ver y comprender aquellos hechos que no adoptan la categoría de acontecimiento". Es decir: el periodismo puede contar lo que pasa solo cuanto lo que sucede se manifiesta de manera espectacular -en el sentido de espectáculo-, cuando ya es evidente y, por lo tanto, ineludible. El periodismo así esquematizado ha dejado de ser un espacio para construir el consenso o, al menos, reflejar el disenso, salvo que este adopte la forma de estallido. Podríamos agregar a esta conclusión otra: se ha despolitizado la economía en momentos en que ésta se ha convertido, justamente, en un factor político determinante.

Luego, es el turno de Eduardo Giordano. El tema: la representación de los conflictos bélicos en la información económica. Su presentación:

"La disposición habitual de las secciones de la mayor parte de los diarios coloca Economía entre las últimas páginas e Internacional primero o segundo lugar, a continuación de la sección Política. (...) Aunque está disposición se apoya lógicamente en el mayor número de lectores interesados en asuntos políticos -nacionales o internacionales- la división temática y la separación espacial dificultan la comprensión de los problemas económicos que subyacen a no pocos conflictos políticos". Más allá de que esta disposición no es la frecuente en los medios argentinos, es cierto que lo central que plantea Giordano ocurre: la fragmentación.

Para probar su tesis, Giordano clasifica la tipología de los conflictos actuales:

-Conflictos espoleados por intereses sectoriales articulados como monopolios mundiales, que gozan de gran influencia en el diseño de las políticas globales de los países imperialistas, entre los cuales cabe destacar los intereses de las mayores corporaciones transnacionales de la industria energética (petróleo, gas natural). Ejemplos: Irán, Iraq, Kuwait, Libia, Siria, Argelia (quizá ahora deberíamos agregar Afganistán).

-Conflictos largamente enquistados y repentinamente estimulados por fuerzas externas con el trasfondo de crisis económicas internacionales. Su explosión súbita puede inyectar un balón de oxígeno a la economía de las grandes potencias a través de la reactivación de la industria bélica, la legitimación de sus inversiones financiadas con fondos públicos y la promoción a gran escala del rearme mundial. Ejemplos: Croacia, Serbia, Bosnia, Kosovo. (quizás aquí también tengamos que agregar Afganistán).

-Conflictos provocados para resquebrajar (y en lo posible derribar) a los regímenes y/o gobiernos cuyos modelos de ordenamiento económico presentan fuertes contradicciones con las exigencias de explotación de recursos y personas que impone la lógica del capital transnacional. Ejemplos: Angola, Mozambique, Nicaragua, Yugoeslavia, tal vez China en alguna década del 2.000 (y quizá aquí también tengamos que agregar Afganistán).

-Intervenciones militares contra movimientos insurgentes que desbordar las respuestas represivas de las respectivos ejércitos nacionales y se muestran capaces de controlar un territorio a partir de bases programáticas que se oponen ( o compiten) a los modelos económicos neoliberales que dominan los mercados globalizados. Ejemplo: Colombia, El Salvador, Guatemala. ( ¿y por qué no podríamos agregar aquí a Afganistán?).

En consecuencia, señala Giordano, hay que hacer un gran esfuerzo de abstracción para separar dimensiones socioculturales (mal llamadas étnicas) de las geopolíticas-económicas.

A continuación, Giordano revisa todo lo publicado en los medios para explicar el conflicto de los Estados Unidos con Iraq. Es particularmente interesante la presentación de seis gráficos (o infografías, en la jerga moderna) con los que diferentes medios pretendían dar cuenta de la relación del precio del petróleo con los conflictos políticos librados en la zona. Todos señalaban, por supuesto, la invasión de Irak a Kuwait, la guerra del Golfo y hasta la crisis de los mercados asiáticos, pero "ninguna de las representaciones gráficas refleja los bombardeos contra Iraq en diciembre de 1988, que se prolongaron durante casi dos años ni el aumento de la tensión en Medio Oriente tras el endurecimiento del régimen israelí y el incumplimiento de los acuerdos con los palestinos, conflicto que corresponde a la fecha del último repunte en los precios que aparece en los gráficos." Esta omisión tiene para Giordano dos objetivos:

-Disimular los vínculos entre las economías de las mayores potencias petroleras (Estados Unidos, Gran Bretaña) y las causas de sus intervenciones militares.

-Reafirmar la identidad del "enemigo" político de Occidente (La OPEP, el mundo musulmán, la descarriada Venezuela de Chávez) para legitimar ataques y eventualmente preparar nuevas operaciones "de castigo" con el fin de conseguir nuevas alzas especulativas del precio del crudo en los mercados.

Cita luego un artículo publicado por el diario El Mundo el 20/8/2000, donde puede leerse:

"La OPEP vuelve a poner en jaque a las economías más desarrolladas.(...) Europa se vería probablemente abocada a una nueva recesión, con una inflación fuera de control y la pérdida de millones de empleos."

En todo el artículo, en cambio, no se hace referencia a las compañías petroleras occidentales "responsables de la disminución de las reservas de los productos refinados" utilizados por la industria europea.

"Al cerrar los ojos a la actualidad política que influye en el curso de los acontecimientos económicos, en los artículos de la sección Economía se ensayan toda clase de explicaciones derivadas de una supuesta lógica "de mercado", sometiéndola a la disciplina que marcan las fuentes oficiales". Para Giordano esto no es información, sino "mitos propagandísticos que suplantan cotidianamente a la realidad".

La fragmentación de la realidad

La extensa cita de estos artículos tiene por finalidad reflexionar sobre tres puntos importantes de la tarea periodística en estos tiempos:

  1. La globalización, su velocidad, su penetración y su no-espacio geográfico ha dejado anacrónicas las habituales divisiones del trabajo periodístico. Desde el punto de vista de la edición, esto se evidencia en la secuencia de secciones y divisiones temáticas que con su tradicional esquematización -creada con el fin de ordenar la lectura- se ha convertido en una peligrosa herramienta de fragmentación de la realidad. Al decir de Aristóteles, no nos alcanza para contar lo que pasa. La sensación de un mundo descontrolado y caótico hoy se transmite al imponer un orden que la realidad no tiene. Lo que antes esclarecía, ahora confunde. La simplificación, complica.
  2. Desde el punto de vista de la formación profesional esta representación de la realidad "linkeada" representa un desafío. El conocimiento específico no alcanza. El manejo de cierta jerga técnica no basta. Saber es entender que hoy se sabe poco y nada sobre los cimientos sobre los cuales se apoyan los conflictos y quizá por eso sólo se nos vuelven evidentes recién cuando estallan.
  3. Reflexionar sobre estos temas, incluso los que creíamos ya resueltos, es una tarea crucial. Aquel que no ponga en tela de juicio las herramientas actuales de la profesión, aún aquellas que le resulten útiles, no tendrá más remedio que subsanar su despreocupación con un mal mayor: la mentira.
  4. La Política, en cuanto sección o territorio periodístico, ha quedado reducido al juego de las internas, las campañas electorales, las fragmentaciones partidarias y de lo que ella digan sus profesionales, los políticos. Cargos y discursos, acompañados de notas color y análisis coyunturales y geográficamente aldeanos son los sujetos de la información. El empobrecimiento temático es acompañado por la anemia del lenguaje. Nunca la política ha sido descripta tan pobremente. Nunca, tampoco, ha sido tan rica. ( en todos los sentidos del término, incluso los irónicos).

La riqueza de la política, en cuanto a género o temática periodística, deriva de las tres cuestiones elementales que involucra:

-Lo político.

-La política.

-Los políticos.

Detengámonos a pensar qué implica cada uno de estos términos.

Lo político

Jean-Paul Fitoussi y Pierre Rosanvallon, los autores de La nueva era de las desigualdades, escribieron un ensayo minucioso sobre la actualidad francesa. Se podía decir que de tanto mirar su mundo, terminan hablándonos de todo el planeta.

En el libro los autores plantean que "la función de lo político es poner en forma y dar sentido a la sociedad". Es decir, el mecanismo a través del cual se constituye el vínculo social. Las reglas del juego, podría decirse, que incluyen los derechos y los ideales de la sociedad (entendiendo por derechos "algo que puede y, desde el punto de vista moral, debe ser respetado aquí y ahora" y por ideal "algo a que se puede aspirar pero que no se puede, por definición, realizar inmediatamente", según las definiciones de M. Cranston).

En este sentido, lo político es, fundamentalmente, creación. De allí el lugar común que suele identificarlo con el arte.

"La historia de lo político es, en este sentido, una historia de la creación, desde la democracia de los griegos, las enseñanzas sobre el poder de Maquiavelo, las teorías sobre del Estado de Hobbes y Max Weber, hasta la provocadora afirmación del movimiento feminista de que "los privado es político, todo tuvo que ser inventado enfrentándose a lo establecido. Las instituciones políticas nunca son derivadas, inferidas de leyes naturales, sino que siempre fueron creadas", señala Ulrich Beck en La invención de lo político. Quitarle esta entidad creadora, negándole su potencia transformadora, es una manera de que el poder de turno resulte inmutable. Como bien dice Bauman " El liberalismo de hoy se reduce al simple credo de `no hay alternativa`. Si se desea descubrir el origen de la creciente apatía política, no es necesario buscar más allá".

Si completamos el lugar común, lo político es el arte de lo posible, pero en el sentido que señala Beck "lo posible incluye los sueños de las personas y también sus intenciones". Es decir, una concepción creativa y amplia de la cual depende, ni más ni menos, que la calidad de la vida política de una sociedad.

Beck nos advierte dónde comienzan estos movimientos creadores: "Los grandes temas, que luego están puestos en la boca de todos, no se originaron nunca en la amplia visión de los gobernantes o en los estrados de los parlamentos, menos aún en las catedrales del poder o en la economía, sino en grupo o grupitos confundidos, plagados de dudas, pero dispuestos a encontrar el camino correcto".

En un sentido tradicional, lo político puede ser sinónimo de ideología, si se recupera la acepción etimológica del término: "ciencia de las ideas". Así la concibió el Iluminismo para nombrar la tarea de asesorar a los gobernantes en la legislación de un nuevo orden racional para la sociedad. El tiempo, señala Bauman, degradó el significado de la palabra ideología al dominio inferior de las "creencias", generalmente para señalar aquellas que son falsas, mal orientadas o dañinas.

Creación, transformación, calidad, proyectos. Los aportes de lo político son múltiples y poderosos, pero también conflictivos y desafiantes. Cada época expresa en lo político la dimensión de sus conflictos. Sus claudicaciones y sus victorias. Las batallas por librar y las perdidas. La característica más peculiar de esta época es que todos estos signos son prácticamente ilegibles.

Fitoussi y Rosanvallon son categóricos: "volver a darle legibilidad" a lo político debería ser el principal objetivo para restablecer los vínculos de una sociedad que ni siquiera entiende cómo construyó, mientras le hablaban de libertad, eficiencia y desarrollo, semejante desigualdades. "La mala política se paga con una sola moneda: el sufrimiento humano", advierte Bauman. La buena política, en cambio, es comenzar a transformar las preocupaciones privadas en temas públicos. "El campo de lo político se amplia -aseguran Fitoussi y Rosanvallon- si se reconstruyen las relaciones entre lo privado y lo público". Esa es su primera función.

"La segunda gran función de lo político está ligada simplemente a la necesidad de recuperar las formas de un mayor control sobre las cosas. En efecto, el principio mismo de lo político es producir libertad mediante la ampliación de la esfera de las opciones". Podríamos decir que aquí aparece la primera diferencia entre lo político y la política: mientras uno amplia las opciones, el otro las reduce. Porque si lo político es creación, la política es gestión y el arte de la gestión consiste en que todo problema bien planteado tiene una sola solución.

La política

La política, entonces, será la esfera de la acción. De la división de poderes, el consenso, las relaciones de fuerza y sus consecuencias concretas. Las llamadas cuestiones de poder. En este sentido el espacio de la política es siempre el del conflicto y sólo puede zanjarse mediante la relación de fuerzas. "En la sociedad industrial se había producido progresivamente un conjunto de mecanismos que tenían por objeto manejar las diferencias tradicionales de las relaciones de fuerza: políticas de ingresos, políticas fiscales, negociaciones colectivas; todo un conjunto de dispositivos que permitían discutir y organizar las diferencias. El problema es que hoy esos mecanismos ya no son adecuados, cuando la naturaleza misma de las desigualdades se modificó ampliamente. Es por eso que una de las grandes apuestas actuales es encontrar los mecanismos sociales que permitan manejar los nuevos sistemas de diferenciación", señalan Fitoussi y Rosanvallon.

A esta altura de los conflictos, para encontrar esos nuevos sistemas deberíamos poder inventariar el estado de las cosas, en cuanto a la política y sus relaciones de fuerzas.

La ciencia social ha desplegado y elaborado su concepto de la política evaluando tres aspectos:

-La constitución institucional de la comunidad política, como expresión de organización de una sociedad. (polity)

-Los contenidos de los programas políticos, como expresión de las relaciones sociales. (policy)

-El proceso de la discusión política acerca de la participación y de las posiciones en el poder. (politics)

Las preguntas que deben formularse, de acuerdo a la valoración de cada categoría, para mensurar los actores o factores del quehacer político, podrían sistematizarse de la siguiente manera:

- Polity: ¿Cómo está institucionalmente construida y organizada la sociedad? ¿Cuáles son sus fuentes de poder, posibilidades de resistencia, potenciales estratégicos de acción? ¿Dónde se encuentran sus puntos de cambio y los límites de su influencia? ¿Cuáles son los espacios de poder de cada sector y cómo se consensan?

- Polity: ¿Con qué objetivos, con qué programas, contenidos y en qué campos de acción (partidos, oficios, profesiones, empresas, sindicatos, etc.) actúa cada factor de poder? ¿Cómo se materializa, se restringe, se impulsa y se implementa? ¿Qué estrategias o ideas sustentan o utilizan (por ejemplo, "medicina preventiva" "privatizaciones" "ayuda social" "necesidades éticas") para acumular fuerzas y quién las presenta o representa ante la sociedad?

- Polity: ¿Qué formas y foros de organización son observables y cuáles invisibles? ¿Qué posiciones de poder son abiertas y cuáles cerradas? ¿Se constituyen coaliciones -formales o informales, secretas o públicas- a favor o en contra de determinadas opciones estratégicas? ¿Tienen grupos de trabajo, cerebros, círculos especializados que los provee de discursos y herramientas? ¿Qué grado y calidad de organización tienen?

Proyecto social y proyecto político

En su último libro Tras el búho de Minerva, mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo, Atilio Borón aporta algunas cifras sobre América Latina en los ´90:

-Una estimación efectuada por el Banco Mundial (1990) señala que para erradicar la pobreza en América Latina se requeriría transferir el 0,7% del PBI, lo que sería equivalente a un impuesto del 2% sobre las rentas del 20% más rico de la población.

-Un estudio de la CEPAL coincide en trazos gruesos con este diagnóstico: bastaría transferir el 1% del producto para resolver la pobreza extrema, y un 4,8% para hacerlo con la pobreza general de la región.

-A comienzos de los 90, en el caso de la Argentina y el Uruguay hubiera sido necesario transferir apenas el 0,8% del PBI para erradicar la indigencia. En México el porcentaje hubiera ascendido al 4,2% y en Brasil, al 6,1%. En cambio, en Guatemala ascendería al 29% del PBI.

-A nadie puede escapársele -señala Borón sin ingenuidad- que una proporción muy similar del PBI es la que muchos países están destinando al pago de la deuda externa.

-A pesar de haberse pagado puntualmente, la deuda externa se incrementó desproporcionadamente. Al momento de ingresar la gestión Menem era de 62.000 millones de dólares. "Luego de haber cumplido puntualmente con todos los compromisos acordados, el monto de la deuda ascendía a unos 140.000 millones de dólares al finalizar su gestión."

-Ya no son válidos tampoco los cálculos del Banco Mundial. La desocupación de quintuplicó. La participación del 10% más pobre de la región de los ingresos cayó un 51% y la de los más ricos creció en un 49%. Según una encuesta de Artemio López, "el 20% de la población argentina, es decir, 7.224.987 ciudadanos, debe afrontar sus gastos mensuales disponiendo un promedio de 2 dólares por día".

-También apunta que en América Latina la política tributaria es absurda: el impuesto a las ganancias es apenas el 2,5% del PBI de la región, mientras que en los países del Norte representa el 15%.

Sin embargo, el pasaje más elocuente del libro lo representa su descripción de la visita del Premio Nobel de Economía, Gary Becker.

Durante una conferencia a la que asistieron expertos y periodistas, Becker afirmó que la desocupación -que en ese momento afectaba al 18% de la población económicamente activa y hoy ya trepó al 25%- era un falso problema. "Sólo refleja la obstinación de los trabajadores -alentada por sus corruptas dirigencias gremiales- a negarse a trabajar por un salario de 100 dólares mensuales". Cuando algunos de los presentes le recordó que debido a la sobrevaluación de la moneda local el costo de vida en la Argentina era similar al de los Estados Unidos y que ninguna persona podía sobrevivir con 100 dólares mensuales, la respuesta del "sabio" fue terminante:

- "La economía como ciencia nada tiene que decir acerca de cuánto dinero necesita un trabajador para vivir."

A Becker se lo podrá tildar de cualquier cosa, menos de mentiroso.

No queda más remedio que leer el libro de Borón para comprobar esta virtud, ya que los diarios locales nunca reprodujeron esta anécdota. De todo lo expuesto por Becker eligieron contar otra cosa, más obvia y menos premonitoria (ya que apenas un año después el salario promedio de la Argentina era efectivamente de 100 dólares).

Cito, como ejemplo y textualmente, el breve resumen que realizó sobre esta misma conferencia una agencia de noticias y que publicó, entre otros, el diario Los Andes:

"Gary Becker, Premio Nobel de Economía 1992, que visitó en la semana nuestro país, aseguró que para que la Argentina crezca, necesita la promoción de talentos y de la nueva economía, concretamente si se especializa en el mercado tecnológico de habla hispana.

El economista, reconocido por haber extendido el espectro de análisis micro en el campo del comportamiento humano, además reconoció que la Argentina no tiene demasiadas ventajas competitivas, y por esa razón debe desregular más el mercado laboral para sacar provecho del capital humano".

Fuente: lavaca.org