Un año de gobierno K

Autor: Ruth Werner y Facundo Aguirre

Fecha: 28/5/04

Fuente: LVO 140

El 25 de Mayo se cumplió un año de la asunción de Kirchner, el primer presidente electo por el voto popular luego de las jornadas revolucionarias de diciembre de 2001. El 29 de mayo será el 35º aniversario de la gran gesta obrera y popular del Cordobazo. Esta gran acción de masas es el antecedente histórico más cercano de la rebelión popular del 2001.
El 25 de mayo la burguesía celebró haber contenido con éxito el "que se vayan todos" iniciando una fase donde se intenta relegitimar al régimen democrático burgués. El 29 de mayo presenta a los luchadores y a la clase obrera la posibilidad de reflexionar sobre su pasado combatiente para encarar la lucha de clases presente, preparando a conciencia las tareas de nuestra clase para enfrentar al gobierno peronista y su intento de reconstruir el capitalismo nacional y la autoridad política del estado burgués, hasta imponer por medio de nuevas gestas revolucionarias un gobierno obrero y popular.

Kirchner y Cámpora

"El sol del 25 viene asomando" rezaban los carteles que anunciaban la asunción del santacruceño. La intención era mostrar un parecido con el camporismo; un gobierno "popular" en "sintonía" con las demandas de las masas. Recordemos que para frenar el ascenso pos-Cordobazo, la burguesía debió recurrir a la legalización del peronismo y al retorno de Perón, incluso tolerando como transición al "tío" Cámpora. Actualmente, vemos cómo los capitalistas tras la rebelión popular, apuestan sus fichas al peronismo -en versión kirchnerista- con el objetivo de desmontar la fuerza social puesta en movimiento. Ayer y hoy, el peronismo cumple el papel de partido de la contención.
A diferencia de Cámpora, ya no son la "liberación nacional" y la "patria socialista" las consignas para seducir a las masas sino las demandas "progres" –patrimonio pasado de la Alianza y el Frepaso- de "renovación institucional", "dignidad" y "capitalismo serio". Si ayer Cámpora llenaba la Plaza de Mayo con las huestes de la Juventud Peronista y Montoneros, en este 2004 Kirchner recurre a un cambalache que une a carreristas políticos caídos del centroizquierda, punteros advenedizos del peronismo, la CTA y Patria Libre, haciendo coro con Piñón Fijo y Charly García.
Tanto Cámpora como Kirchner fueron y son gobiernos de fracciones pequeñoburguesas del peronismo que intentan cumplir un papel de pasivización. Ambos surgieron como producto de sendas crisis que afectaron al conjunto de las relaciones políticas y sociales del país, donde el poder de las viejas alianzas hegemónicas fue trastocado, planteándole a las facciones burguesas la necesidad de recuperar la iniciativa para lidiar con el cuestionamiento de las masas. Cámpora fue un producto híbrido que debió torear con el fin de una dictadura a manos de un ascenso obrero y popular. Mientras que Kirchner se enfrenta –esencialmente- con la crisis de representación política del régimen democrático burgués sin que medie radicalización de masas.
Como intentos de desvíos del proceso social, Cámpora encarnó un gobierno de tinte frentepopulista buscando apagar el incendio iniciado por el Cordobazo, apoyado en la gigantesca autoridad de Perón. Su gobierno dejó de existir cuando el líder le bajó el pulgar y auspició un "golpe de palacio" de la derecha lopezrreguista. El peronismo asumió el papel de partido del "orden".
Kirchner es una respuesta conservadora a las demandas populares para terminar con el que se vayan todos. Sin embargo, el presidente no cuenta con fuerza propia ni con el apoyo de un liderazgo carismático como el de Perón (peor aún, detrás suyo opera Duhalde) y -como un producto "posmoderno"- se apoya esencialmente en su imagen en la "opinión pública". Su partido, el PJ, le es hostil y las figuras peronistas están desprestigiadas frente a la sociedad. Si Kirchner tiene espaldas para bancar grandes cimbronazos políticos, económicos y sociales -y no terminar como el "tío"- es una cuestión dudosa, que está por verse.
Kirchner -que fue un camporista en los ‘70- quiere recrear la mística peronista de que los cambios vienen "desde arriba". Pero lo hace desde un PJ responsable de la mayor entrega nacional y degradación social, sin que sea su objetivo cambiar en algo esta realidad. Kirchner es hoy el garante frente al capital de que no se retrocede de lo conquistado bajo el menemismo. Por algo repite frente al establishment que lo juzguen por lo que hace y no por lo que dice.

Mayo ‘69 y Diciembre 2001

Cuando hablamos de Cordobazo1 nos referimos a la huelga política de masas, a las barricadas, a la ocupación de las ciudades donde se concentran las principales palancas del capital, al enfrentamiento cuerpo a cuerpo con la policía y el ejército, a la unidad en las calles de obreros y estudiantes. Mayo del ‘69 fue parte de una oleada revolucionaria que sacudió al mundo y tuvo como protagonista central a los trabajadores, asestando una estocada mortal al régimen libertador, a la dictadura de la "morsa" Onganía y al plan económico de Krieger Vassena, antecedente del de Martínez de Hoz y del neoliberalismo.
Diciembre del 2001 fueron jornadas revolucionarias, que ganaron las calles con los saqueos del pueblo pobre, y tuvieron su manifestación política con el cacerolazo de las clases medias el 19 contra el estado de sitio. La batalla de Plaza de Mayo el 20, logró la caída de Cavallo y del inefable De la Rúa. A diferencia del Cordobazo no hubo huelga y la clase obrera -y el movimiento piquetero- se mantuvieron expectantes.
El Cordobazo inauguró un ascenso revolucionario de la clase obrera, siendo el primero de una serie de "azos", motor de la alianza obrera y popular, y sobre el final -ya bajo gobierno peronista- germinaron formas iniciales de doble poder, las coordinadoras interfabriles que ganaron los cordones industriales del Gran Buenos Aires. Se destacó, al calor del proceso, una vanguardia obrera que como el clasismo cordobés o en el Villazo mostraba una tendencia a la ruptura de clase con el peronismo.
El diciembre del que se vayan todos abrió las puertas a la experiencia de la democracia directa con las asambleas populares y las fábricas ocupadas, dando empuje a la organización de los desocupados. Su símbolo fue la alianza del piquete y la cacerola, que se fue diluyendo por carecer de fuerza social para imponer sus objetivos y poder terminar con el gobierno de Duhalde y mantenerse como alternativa independiente ante el kirchnerismo. El peronismo logró subsistir -aunque en crisis- ante la pasividad de su base social fundamental, inmovilizada por el terror a la desocupación y el rol de la burocracia sindical de las CGTs y la CTA.
El papel jugado por los obreros de la industria y los servicios marca la diferencia entre el Cordobazo y Diciembre de 2001. Si bien las experiencias de Zanon, Brukman y las ocupaciones de fábrica mostraron una forma embrionaria de respuesta obrera autónoma y anticapitalista y también estuvieron presentes los movimientos piqueteros combativos, la falta de centralidad obrera impidió profundizar la dinámica revolucionaria al conjunto del movimiento social.
En conclusión, Diciembre de 2001 planteó una impugnación a los partidos del régimen y elementos anticapitalistas en la lucha de clases. Organizaciones que se reivindican marxistas -como PO o el MST- no ven un límite en la ausencia de la clase obrera ocupada, prefiriendo obviar esta debilidad del movimiento al que califican de Argentinazo. Esta definición es funcional a su casi exclusiva orientación en el movimiento piquetero, donde son presos del clientelismo estatal. Desde el PTS apreciamos estas jornadas y el período político siguiente como un ensayo subversivo, que golpeó al corazón del neoliberalismo, deslegitimó a la democracia burguesa y a sus partidos, por la experiencia de democracia y acción directa de sectores del pueblo y los trabajadores y por la reversión de la derrota histórica de la dictadura militar en la conciencia obrera. Los efectos positivos que esto implica se están viendo y se verán a medida que los trabajadores salgan a la lucha y superen a una burocracia que es parte del viejo régimen repudiado, así como la experiencia piquetera y de las asambleas populares se revalorizarán bajo la hegemonía obrera, desplegando una nueva potencialidad.

Kirchnerismo e independencia de clase

El kirchnerismo logró adhesión en las clases medias y en los trabajadores. Visto así, su "programa" de pasivización tuvo cierto éxito. Pero las crecientes dificultades económicas, la crisis energética y el escenario mundial volátil, el cuestionamiento por derecha en torno a la "seguridad" y un resurgir de luchas reivindicativas de los trabajadores plantean la posibilidad de cambios en la situación. Las relaciones de fuerza entre las clases no se manifiestan hoy abiertamente como prerrevolucionarias, pero es cierto que la crisis del capitalismo argentino y la lucha por la hegemonía burguesa aún no están resueltas, abriendo brechas que pueden ser aprovechadas por la lucha obrera y popular para imponer sus demandas y conquistar posiciones que sean la base de una futura ofensiva revolucionaria.
La persistencia de la crisis del PJ y el cuestionamiento a la burocracia sindical plantean a los revolucionarios la tarea de intervenir en los combates de clase para que triunfen y avancen recuperando los sindicatos y las comisiones internas de manos de los dirigentes traidores, dando pasos en la unidad de ocupados y desocupados, formando coordinadoras y organizaciones comunes para dar la pelea por el salario y el trabajo para todos. La crisis del peronismo no redundará mecánicamente en una ruptura de clase. Hace falta que –como insistimos desde el PTS- las organizaciones obreras y piqueteras combativas, los luchadores y la izquierda clasista se planteen dar pasos concretos para crear una alternativa obrera autonóma, poner esta fuerza al servicio de constituir un movimiento político de clase independiente de los partidos patronales y el estado capitalista. Desde el PTS participamos en este sentido todos los intentos de reagrupamiento de la vanguardia luchadora y prestamos especial colaboración con el periódico obrero Nuestra Lucha, iniciativa impulsada por el Sindicato Ceramista de Neuquén y numerosas organizaciones y dirigentes obreros así como intelectuales. Lo hacemos desde la perspectiva de debatir con la vanguardia obrera y amplias masas de trabajadores la necesidad de romper no sólo en la lucha sino políticamente con el peronismo y todas las variantes patronales o de colaboración de clases y dar pasos para conquistar la independencia de clase, construyendo una herramienta política de los trabajadores.

La estrategia de los revolucionarios

Los marxistas encaramos las tareas planteadas en estas páginas desde la lucha por poner en pie un partido de trabajadores revolucionario e internacionalista, fuertemente insertado en la clase obrera y el pueblo pobre, un factor activo y dirigente en la lucha de clases. Una de las lecciones a sacar del período político signado por el Cordobazo reside en que en la ausencia de un partido revolucionario dirigente se encuentra una de las razones por las cuales el enfrentamiento entre revolución y contrarrevolución haya sido resuelto a favor del golpe genocida. A pesar del heroísmo de los obreros clasistas y de la vanguardia militante, al no elevarse a constituir un partido obrero independiente y revolucionario que se postulara como alternativa política del conjunto de la clase obrera, la estrategia de las corrientes guerrilleristas se impuso transformándose en un escollo adicional para la construcción de una dirección revolucionaria.
La derrota histórica de nuestra clase a manos de la dictadura militar y el neoliberalismo, así como la identificación de la causa del socialismo con los crímenes del estalinismo por amplias masas en todo el mundo, han generado un sentimiento de escepticismo que le impide a la clase obrera reconocer plenamente sus fuerzas. La reversión en nuestro país de la derrota de la dictadura y el carácter cada vez más brutal de la dominación imperialista, plantean la posibilidad de que una nueva generación obrera y popular vuelva a hacer suyo el lema de que la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos. El PTS vuelca su esfuerzo militante en la tarea de foguear una nueva vanguardia revolucionaria en la lucha política e ideológica contra la burguesía y su estado así como contra el reformismo y las distintas variantes de conciliación de clases. La apertura de decenas de Casas de cultura y política marxista tiene el fin de ayudar a crear un ámbito donde el debate sobre todos estos problemas y las herramientas de estudio de la teoría marxista y la historia de nuestra clase estén a disposición de todos los luchadores.
Sabemos que las condiciones de la crisis capitalista generará nuevas gestas revolucionarias, que ganen las principales ciudades del país, y destaque organizaciones de autodeteminación de las masas que se transformen en un auténtico poder obrero y popular capaces de plantearse el desafío de derrocar al orden existente y construir un estado de los trabajadores. En este proceso se destacarán combativos dirigentes de la clase y la juventud, ahí estará el fermento de un poderoso partido marxista revolucionario.

1 Definimos al Cordobazo como una semiinsurrección porque careció de dirección conciente y armamento de las masas que le permitiera una victoria militar sobre las Fuerzas Armadas y se transformara en el puntal inmediato de un doble poder obrero y popular.

Fuente: La verdad obrera (pts.org.ar), 28 de mayo de 2004.