Phillip Harter y la aldea global

Francis Pisani

Hay mucha vulgaridad, propaganda, publicidad y mediocridad entre los mensajes electrónicos que los internautas hacen circular por la red. Pero de vez en cuando, uno encuentra joyas como la siguiente:

"Si uno pudiera reducir la población de la Tierra a una aldea de 100 habitantes, conservando todas las relaciones de proporción entre los seres humanos, ésta sería más o menos así:

57 asiáticos, 21 europeos, 14 americanos, tanto del norte como del sur, y 8 africanos.
52 mujeres y 48 hombres.
70 que no profesan el cristianismo y 30 que sí.
89 heterosexuales y 11 homosexuales.
80 habitarían en viviendas de mala calidad.
70 serían analfabetos.
50 estarían malnutridos.
1 estaría cercano a la muerte y 1 próximo a nacer".

Todo lo anterior es atribuido en el mensaje a Phillip M. Harter, M. D., FACEP, Stanford University.

Una rápida búsqueda en Google produjo 49 respuestas, una de las cuales se refiere, en efecto, a un Phillip M. Harter, profesor en la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford. Todas las demás páginas citan el mensaje en cuestión. Éste se encuentra en sitios de Croacia, Alemania, Japón, Francia, Brasil, España, Argentina, México. A la diversidad nacional y lingüística se suma la diversidad de intenciones.

El mensaje aparece publicado en un foro sobre Hillary Clinton; en un sitio sobre extraterrestres; en al menos dos sitios dedicados a las bromas; en el marco de un proyecto brasileño en favor del esperanto; en un sitio de cubanos-estadounidenses opuestos al bloqueo; en la editorial de un diario de los alrededores de Los Angeles; como una parábola empleada por una iglesia episcopal de Cupertino, en Silicon Valley. Es también el tema de una tarea escolar sobre las relaciones entre población, ecología y recursos encomendada a estudiantes de la Universidad del Estado de Michigan.

Frente a tal fenómeno, no quedaba otra opción que preguntar directamente a Phillip Harter, a través del correo electrónico, cuáles eran sus fuentes. La respuesta llegó al cabo de unos cuantos minutos. El profesor explica muy amablemente que lo han abordado profesores de escuelas primarias, distintas universidades, la Organización Mundial de la Salud, la CNN, las Naciones Unidas (dos veces), la Casa Blanca e incluso George Gallup, el hombre de los sondeos. Dos años después de haber enviado el e-mail sigue recibiendo 10 mensajes a la semana sobre el asunto. Según Harter, "esto demuestra al menos una cosa: el poder de Internet".

"Desgraciadamente", continúa, "yo todo lo que hice fue reenviar un mensaje interesante a unos cuantos amigos y no eliminé mi firma automática. No puedo pretender ser el autor, ni saber de dónde salió". El mensaje grabado en el contestador del teléfono de su oficina, en la Universidad de Stanford, dice lo mismo a quienes buscan comunicarse con él.

Si esto es cierto, Phillip Harter prestó su título y sus funciones de manera involuntaria a la legitimación de un simple mail de contenido ambiguo que dio la vuelta al mundo, que encontró a miles de lectores y que ha intrigado a las autoridades. Las cifras que incluye suenan además lo bastante verosímiles como para que uno no se sienta tentado a verificar la fuente.

Uno puede asombrarse frente al poder de la red o espantarse de que sirve para propagar rumores. Pero la sorpresa real es que, frente a una información de este tipo, un gran número de internautas se toman la molestia de corroborarla. Y que pueden hacerlo. Tal vez eso es lo que merecería pasar a la posteridad como el verdadero fenómeno Harter .

Fuente: ciberpais.elpais.es, 3 de agosto de 2000.