Movimiento piquetero. La metodología atraviesa su momento más cuestionado
Cuando el hambre salió a cortar la ruta
Hace ocho años, en Cutral-Có comenzaba una forma de protesta que ganó tantos adeptos como detractores

Hernán Maglione / La Capital

Laura Padilla nació en una casa donde "los políticos" eran mala palabra. Jamás hubiese imaginado que terminaría por convertirse en el primer líder piquetero del país. 1996 apuntaba a convertirse en un año complicado en Cutral-Có. Una vez más la ciudad neuquina era golpeada por la desocupación, fruto del éxodo de las empresas instaladas en la zona. Laura escuchó en la radio la pueblada que comenzaba con un corte de ruta. No se acercó con sed de justicia social, sino para romper un poco la monotonía de su vida. Era "la maestra", la única capacitada para ir a la reunión de delegados de cada piquete. Su militancia comenzó cuando descubrió que "los políticos" intentaban "copar la parada". Se hicieron fuertes mientras ella se volvía la verdadera voz de los desocupados. Seis días después, el 26 de junio de 1996, el gobernador Felipe Sapag firmó un acuerdo con la representante piquetera Laura Padilla: las rutas quedaban libres y los manifestantes lograban subsidios estatales.

Todos coinciden en que Cutral-Có fue el debut en sociedad de los piquetes argentinos, ejemplo que no demoró en reproducirse exponencialmente. Pasaron ocho años, durantes los cuales hubo cacerolazos, represión, corralitos, presidentes (muchos más de los que deberían haber pasado), asambleas barriales y más cortes de ruta. Pero hoy probablemente los piquetes se encuentren ante su enemigo más peligroso: la propia ciudadanía. Una encuesta reciente asegura que nueve de cada diez porteños están en contra de la metodología del corte de ruta porque "perjudica a los demás".

La historia continúa en la provincia de Buenos Aires. Por pura casualidad, el marplatense Esteban Emilio Alí había pasado por Cutral-Có un año antes de los cortes de ruta como buscavidas, pero en aquel entonces no estaba interesado en la política. "¿Viste lo que pasó en Neuquén? Hicieron piquetes y les dieron trabajo", le dijo una vecina en 1997, en su Mar del Plata natal. Cincuenta familias cortaron la ruta 88. Aguantaron una semana, hasta que consiguieron 2.700 planes Trabajar. Pero no es recuerdo feliz para Alí.

El flamante piquetero aseguraba que lo tenían fichado desde la toma de la catedral marplatense. El 5 de mayo de 2000 fueron a pedir alimentos a Casa Tía. Lograron el objetivo, pero Alí terminó en la cárcel, donde estuvo casi dos años. Por supuesto, la liberación fue festejada con un corte de ruta. "Ay, ay, ay, ay qué risa que me da: Cavallo está preso y Emilio en Libertad", celebraron, mientras Alí renegaba de su condición de símbolo piquetero: "No soy ejemplo de nada".

Rápidamente, los cortes de ruta se volvieron una postal habitual del país. El investigador Nicolás Iñigo Carrera contabilizó 685 piquetes desde Cutral-Có hasta octubre de 1999. Un 25% produjo en Capital Federal, un 14% en Santa Fe y el resto en las demás provincias. Ya con Fernando de la Rúa en la Presidencia, la modalidad arribó con fuerza al Gran Buenos Aires, que hasta entonces se llevaba sólo el 8% de los piquetes del país.

Precisamente, el debut de la Alianza con los piqueteros fue traumático. El flamante ministro del Interior, Federico Storani, amenazó con caer con "todo el peso de la ley" contra los manifestantes que mantuvieron cortado el puente General Belgrano, en Corrientes, durante seis días. En la madrugada del viernes 17 de diciembre de 1999 la ciudad quedó a oscuras y Gendarmería emprendió contra los manifestantes provistos de gomeras y piedras.

Si bien se habló de otras víctimas fatales en el puente General Belgrano, Mauro Ojeda y Francisco Escobar fueron los nombres oficiales de los muertos de Corrientes. Teresa Rodríguez había fallecido en Cutral-Có tras recibir un balazo el 12 de abril de 1997 y fue la primera víctima en un corte de ruta. En Tartagal, Salta, el 10 de noviembre de 2000 Aníbal Verón encontró la muerte en otro piquete, al igual que Carlos Santillán y José Barrios, que perdieron la vida el 16 de junio de 2001 en otra localidad salteña, General Mosconi.

Con la histórica CGT cada día más alejada del trabajador promedio, los grupos piqueteros llegaron a los lugares de toma de decisión política. Es habitual que representantes de las distintas agrupaciones sean recibidos en Casa Rosada, y ya no sorprende verlos en una banca del Congreso. Pero las relaciones hacia adentro y hacia afuera se volvieron más complejas.

Están los piqueteros duros, los dialoguistas, los oficialistas, y las críticas cruzadas son moneda habitual. Unos apuntan a otros por "bajarse los pantalones" ante el gobierno y desde la vereda de enfrente responden: "Son insurrectos y provocadores". Entre ambos, la discusión en torno a los cortes de ruta hoy pasa por el mismo lugar donde estaba parada Laura Padilla en 1997: ¿Cuántos piqueteros esconden intencionalidades políticas y juegan con el hambre de la gente? ¿Cuántos reclaman trabajo genuino y cuántos se acostumbraron a vivir de la prebenda partidaria?

La misma clase media que se "hermanó" con los manifestantes y salió a la calle a golpear cacerolas cuando cayó el gobierno aliancista hoy reclama su libertad de circulación. Algunos consideran que no es la manera más adecuada de protestar y otros, más radicales, creen que perjudican a los demás ciudadanos. Menos del 5 por ciento de los bonaerenses avala la metodología piquetera.

La consigna oficial es "no reprimir", pero mientras el debate se prolonga, en las rutas continúa esta expresión que nació de las necesidades básicas insatisfechas de buena parte de la población. Y detrás de las controversias, los intereses políticos y los límites de la metodología, hay caras y nombres. Están los Esteban Emilio Alí, las Laura Padilla y sus familias. Y aunque la discusión no termine nunca, las respuestas definitivas deberían llegar más temprano que tarde.

Fuente: La Capital, 29 de Febrero de 2004.