NO TOCO Y ME VOY

El Cosquín Rock fue mucho más que el escándalo mediático del escándalo de Charly García. Contrapunto estuvo ahí y te cuenta lo que se escuchó y se vio

Un asado a la vera del río Cosquín, un camping atestado de carpas, contrapunto de grabadores con las bandes más importantes del país, una terminal repleta de caras cansadas y ansiosas y miles de personas de toda la Argentina –e inclusive del extranjero– conformaban la previa del cuarto Cosquín Rock, que esta vez cambió de auspiciante y mutó cerveza por Fernet.

Y ese marco no era para menos, porque las intensas y agotadoras jornadas delfestival tenían entre sus filas a un seleccionado de lo mejor de nuestrorock, y muchos de los proyectos musicales que se vienen desarrollando en las provincias, además de los invitados de países vecinos.

Una vez resuelto el dificultoso trabajo de conseguir donde parar, las opciones que se le presentaban al rockero eran quedarse a descansar con vistas a los extensos shows de cada noche, o salir a ver qué pasaba por la calle y compartir algunas bebidas mientras se escuchaba alguna prueba de sonido desde la Próspero Molina, y se engañaba al estómago con sandwiches de milanesa, chori o pizzas.

De esta forma, la industria del rebusque logró que los coscoínos improvisaran comidas, alojamiento, cuidado de bolsos o cualquier otro método para aprovechar la masiva presencia que alteró el ritmo de vida habitual de esa pequeña ciudad.

Tras una siesta breve o un chapuzón en el río, las huestes rockeras dejaban las bebidas para aprestarse a desandar seis cuadras de cola hasta el primer control, donde a buen ritmo realizaban minuciosos cacheos que igualmente no impedian el ingreso de pirotecnia de todo tipo, aunque, por ejemplo, no se permitía el ingreso con una birome.

Una vez adentro, los precios restrictivos –5 pesos el litro de cerveza, 6 el de Fernet con coca y 2,5 el litro de agua o tres pesos un chori– hacían que las 12 horas de show de cada día se tornasen un tanto agobiantes y solo fueran mitigadas por el placer de escuchar a la banda favorita.

Después de terminada cada fecha resultaba infaltable darse una vuelta por la petonal San Martín para picar algo y escuchar en alguna peña a El Vagón, Vudú o La Loca Alicia, y hasta el otro día.

Los shows. Dentro de lo específicamente musical y pese a que desde la organización se había pautado una grilla con horarios de recitales y conferencias de prensa, con el correr del tiempo quedaron defasados. Los punk rockers cordobeses de 250 Centavos dieron el puntapié inicial de un festival que duró 96 horas, reunió cerca de 84.000 personas y tuvo en los incidentes protagonizados por el fallido show de Charly García el punto más saliente.

La jornada inicial transcurrió sin sobresaltos con interesantes performances de los brasileros de Ultramen, los cordobeses de Armando Flores y los mendocinos de Karamelo Santo que calentaron el atardecer serrano. Sobre el final, el extenso show de Attaque evideció los primeros inconvenientes de sonido, que más tarde corroboraron los Bersuit cuando Cordera, desde el escenario, solicitó que se invirtiese más en luces y sonido, pero no obstante se despacharon con su música movilizando a la marea humana.

El viernes, luego de las bandas chicas –entre las que sorprendieron Sr Brass y Doctrina– llegaron el legendario Vitico, los chilenos de Weichafe, Cabezones y Carajo para desandar la nutrida grilla con shows cortos e intensos. Ya caída la noche, los uruguayos de La Vela Puerce ratificaron su buen momento y trascartón arribó La 25, para agitar a la monada. De los mexicanos de Molotov se esperaba mucho y no dieron tanto, pero la gente respondió en forma. Quienes no mostraron su mejor nivel fueron los Babasónicos, encargados de dejarle paso a Las Pelotas, que fieles a su estilo hicieron temblar a la Próspero Molina.

De la accidentada tercera jornada del Cosquín Rock cabe destacar la apertura a cargo del crédito rosarino Degradé, que con un set de cinco temas despertó la curiosidad de los medios nacionales que se acercaron hasta la conferencia de prensa intrigados por la inclusión de "Los Dinosaurios" en la misma noche que cerraría Charly García.

Las buenas tareas de Agrupaxión Skabeche, Palo y la fuerza Suave, y Pequeña Orquesta Reincidentes con su original propuesta fueron el prolegómeno de La Portuaria, que repasó hits y presentó "10000 kilómetros de amor" levantando al público.

La fórmula a la que apostaron Pil Trafa y sus Violadores también intentó alternar clásicos con temas nuevos, pero el sonido conspiró contra sus intenciones, y motivó cánticos hacia el sonidista. Arbol no sorprendió porque ya se sabe lo que vale la banda en vivo y simplemente la descosió antes de que Pappo y su completa formación blusera mostraran Buscando un amor, que contó con presentador exclusivo y la participación de Pamela Rodríguez en los coros.

Comandados por un frontaman como el Bahiano, los Pericos no desaprovecharon

su debut en Cosquin y mantuvieron bailando a todos los presentes, con temas pegadizos que fueron desde la época de El ritual de la banana hasta Desde Cero. Y la fiesta no terminó ahí porque tras la actuación de Actitud María Marta –que demostraron calidad pero no cautivaron al público– llegaron Cucho y su banda con todo el desparpajo y la alegría decadente.

Para el cierre, los números fuertes prometían una noche de estrellas que no fue tal, porque si bien es cierto que Fito Paez –que tuvo a Coki Debernardis como invitado– le puso el pecho a un sonido que dejaba que desear y logró buena repercusión, no pasó así con García, que termino siendo noticia extramusical.

Problemas de sonido que el músico atribuyó a la empresa contratada para prestar el servicio y los organizadores adujeron a los sonidistas de la banda propiciaron que el músico interrumpiera su show en tres oportunidadesa poco de comenzar. Hasta que devinieron los incidentes. luego de que parte del público intentó romper el escenario arrojando bombas y piedras que no produjeron saldos lamentables, pero que dejaron a la gente con las ganas de ver al maestro, produciéndose la estampida del público.

Con un clima enrarecido y plagado de incertidumbres, la fecha final comenzó con llamativa puntualidad y aún era pleno día cuando los Navarros invitaron a mar Molllo y a Rubén Juarez , maestro del bandoneón, para hacer juntos"Cambalache", instalando el clima tanguero. Mollo los aprovechó después, con su grupo, al interpretar temas emblemáticos como "Naranjo en Flor" o "Melodías de arrabal", y otros de su autoría, hasta que hizo subir a los integrantes de MAM para despuntar el vicio rockero.

Que el Flaco Spinetta haya comenzado a tocar de día llamó la atención, pero su conexión con el público se estableció de inmediato y respaldado por su sólida banda le permitió tocar un largo rato que se pasó volando.

Después llegó Daniel Melingo, que ante la indiferencia de los espectadores dejó el escenario tras seis excelentes temas. Y la esfervecencia apareció de la mano de León Gieco que entre "Cinco siglos igual y "Solo le pido a Dios" se mandó con una chorrera de canciones.

Para el postre, lo que muchos esperaban –entre otros, también los organizadores–: un

final a pura fiesta con trapos y bengalas al viento para un ritual piojoso que hiciese olvidar el mal trago de la noche anterior. El recital sólo hizo temer a la gente cuando Andrés Ciro Martinez sufrió una caída en el escenario producto de un problema en los meniscos, pero nada les impidió llenar de color y euforia la noche, redondeando un espectáculo que dibujó una sonrisa en el rostro de lo asistentes.

Fuente: El Eslabon, Federico Pierce 13/02/2004.