Anorexia y Bulimia.

En los últimos años la anorexia y la bulimia han experimentado un auge alarmante. Antiguamente estas enfermedades eran infrecuentes, hasta el extremo de que se consideraban curiosidades médicas. En el siglo XVI las mujeres que seguían un ayuno voluntario eran utilizadas como entretenimiento para un público que acudía a ver a las artistas hambrientas que podían vivir sin comer. Sin embargo, el carácter anecdótico de estos trastornos ha ido desapareciendo a lo largo del tiempo hasta alcanzar en las últimas décadas una dimensión mucho más trágica.

En los años setenta, llegó la cultura de la delgadez, que impuso un prototipo femenino que no se correspondía con el modelo natural y anatómico de la mayoría de las mujeres, por lo que era prácticamente inalcanzable. Pero es en la actualidad, cuando el problema ha disparado todas las alarmas, y ha alcanzado la categoría de cuestión de salud pública, tanto por la cantidad de jóvenes implicados como por las repercusiones que estas enfermedades tienen en el futuro de una buena parte de las generaciones venideras.

Se estima que la anorexia afecta al 1% de las jóvenes de entre 12 y 30 años (en los varones la proporción es 10 veces menor), y en el caso de la bulimia esta cifra se multiplica por cuatro. Una de cada cinco adolescentes está en situación de riesgo de padecer anorexia, mientras que el 30% de las personas que la sufren no llegan a superarla. Es la paradoja: mientras millones de personas mueren en todo el mundo por no tener nada que echarse a la boca, otras tantas mueren en vida por un odio tenaz a la comida (muchas veces, causado por miedos más profundos).

La prevalencia de la enfermedad ha crecido en los últimos años. Y una de las cuestiones que más preocupan a las autoridades y a los especialistas es la aparición de trastornos en edades cada vez más tempranas: respecto a la anorexia, está entre los 12 y 13 años, mientras que en el caso de la bulimia oscila entre los 15 y 16. La incidencia de estas enfermedades en estas edades, tiene sus orígenes quizás en los regímenes alimentarios de casa, en los hábitos alimentarios de la madre y en el grado de preocupación por el físico existente en la familia. Los niños tienden a imitar la conducta de los padres, incluso en la manera de alimentarse. También influye si las niñas hacen ballet, gimnasia rítmica u otros deportes desde muy pequeñas.

El diagnóstico y tratamiento temprano son fundamentales. Es imprescindible, por tanto, el aumento de centros y profesionales especializados en la asistencia de la anorexia y la bulimia. La sanidad pública ofrece asistencia para las situaciones críticas, pero no dispone de centros que atiendan a los enfermos que estabilizan un peso mínimo, pero no han resulto la enfermedad. Si la situación no es de extrema gravedad, la espera para ingresar en un centro público se demora varios meses.

Los especialistas también destacan la importancia que tiene la prevención y la información a la hora de hacer frente a la anorexia y la bulimia. La prevención orientada hacia la corrección de las presiones sociales y culturales a favor de la delgadez. No hay que echar la culpa a la moda, a la publicidad, ni a los alimentos light. La culpa es de la sociedad y todos formamos parte de ella. Pero hay que concienciar a la gente de que las modelos son profesionales que exhiben ropa y no deben ser modelo cultural, físico, o de conducta para las jóvenes. La información y el asesoramiento precoz de los jóvenes deben contribuir a que ellos mismos sean conscientes de los peligros que supone caer en las redes de estas enfermedades.

Anorexia: Definición.

Es un trastorno grave de la conducta alimentaria en la que la persona que la padece presenta un peso inferior al que sería de esperar por su edad, sexo y altura. El peso se pierde por ayunos o reducción extremada de la comida, pero casi el 50 por 100 de las personas que lo padecen usan también el vómito autoinducido, el abuso de laxantes y/o antidiuréticos y el ejercicio extenuante para perder peso.

Aparece en jóvenes adolescentes y es una enfermedad muy grave. La mortalidad que provoca es una de las mayores causadas por trastornos psicopatológicos. La proporción con respecto a los hombres es de 9:1. Su edad de inicio suele situarse en la primera adolescencia, hacia los 13 años, sin que ello implique que no pueda presentarse en personas mayores.

Consideramos 2 subtipos de anorexia nerviosa:

  1. Subtipo bulímico: Durante el período de anorexia, la persona presenta episodios recurrentes de sobreingesta.
  2. Subtipo restrictivo: Durante el período de anorexia, la persona no presenta episodios recurrentes de sobreingesta.

Trastornos físicos:

- Pérdida importante de peso.
- Vértigo y dolor de cabeza.
- Amenorrea.
- Insomnio.
- Anemia, afectación del sistema inmunitario...
- Deshidratación.
- Vasoconstricción periférica, hipotensión, bradicardia, arritmias.
- Daños renales y hepáticos.
- Problemas digestivos: disfagia, náuseas, vómitos, estreñimiento...
- Erosiones dentales.

Las personas con anorexia nerviosa, a veces presentan crisis de bulimia intensas seguidas de vómito provocado y de ingestión de laxantes. Todo esto desemboca en episodios de diarreas, estreñimientos y dolores abdominales.

Las constantes clínicas corresponden a las de una desnutrición crónica bien tolerada: hipotensión, bradicardia, palidez; algunas veces también existe una pigmentación cutánea.

Trastornos emocionales:

- Pánico a engordar. Miedo intenso a convertirse en obesa, que no disminuye al perder peso.
- Estados depresivos.
- Negación de la enfermedad.
- Dificultad de concentración.
- Desinterés sexual.
- Negación de las sensaciones de hambre, cansancio y sueño.
- Distorsión grave de la imagen corporal (a pesar de estar muy delgada/o, se ve gorda/o).

Trastornos de conducta:

- Incremento de la irritabilidad.
- Vómitos autoinducidos.
- Reducción importante de la ingestión de líquidos.
- Utilización de laxantes y diuréticos.
- Desprecio de alimentos con muchas calorías.

Cuando utiliza laxantes y diuréticos durante mucho tiempo puede aparecer deshidratación y alcalosis con intensa hipopotasemia que en algunos casos puede llegar a producir la muerte.

Las personas con anorexia nerviosa suelen estar interesadas en temas de nutrición, conociendo el valor calórico de todos los alimentos y rechazándolos en función de dicho valor y no por sus cualidades organolépticas.

Bulimia: Definición.

Síndrome caracterizado por episodios repetitivos de ingesta excesiva de alimentos y por una preocupación exagerada por el control del peso corporal que lleva al enfermo a adoptar medidas extremas para mitigar el aumento de peso producido por la ingesta de comida.

Las crisis se desarrollan de la siguiente manera: primero hay una sensación de malestar difícilmente explicable, como una forma de angustia. Esta sensación se interpreta como una necesidad de comida, y poco a poco la idea de comer se impone en el ánimo del enfermo, que en principio procura resistir pues conoce perfectamente cómo acaba este proceso. En esta fase de lucha interior la tensión va aumentando hasta llegar a la fase de descarga, que se realiza mediante la ingestión alimentaria masiva, rápida e irresistible. A continuación llega la fase de remordimientos, que puede ser el origen de una nueva crisis.

La finalidad de la bulimia no es nutrirse sino compensar, es decir, llenar un vacío insoportable. El acto alimentario es como un mecanismo de descarga.

Después de cada crisis el enfermo experimenta una sensación de doble fracaso, por no poder controlar su alimentación y por no adelgazar.

Muchas personas con bulimia tienen antecedentes de anorexia nerviosa.

Existen dos tipos:

  1. Tipo "Purgativo": la persona usualmente se autoinduce el vómito o abusa de laxantes y/o diuréticos para prevenir el aumento de peso.
  2. Tipo "No purgativo": la persona usa otras conductas compensatorias no purgativas como el ayuno o el ejercicio excesivo, pero no se provoca el vómito ni abusa de laxantes y/o diuréticos.

Trastornos físicos

- Desgaste del esmalte dental.
- Diarrea y estreñimiento.
- Estados depresivos.
- Anemia.
- Agotamiento y pérdida de energía.
- Calambres y desmayos.
- Abrasiones en el dorso de las manos.
- Oscilaciones en el peso corporal.
- Irregularidades menstruales
- Muerte por hipopotasemia.

Trastornos emocionales

- Trastorno de la imagen corporal.
- Temor a engordar.
- Percepción continua de hambre.
- Problemas de concentración.
- Cambios bruscos de humor y de estado de culpa.
- Proposición de metas por encima de sus posibilidades.

Las personas con bulimia suelen ser conscientes de la anormalidad de su comportamiento, pero se ven incapaces de remediarlo. Suelen sentir autodesprecio y depresión después de cada crisis.

Trastornos de conducta

- Atracones de comida a escondidas.
- Almacenamiento de comida y vómitos provocados en diferentes lugares de la casa.
- Chupar y escupir la comida.
- Mentiras.
- Comportamiento sexual que va de la abstinencia a la promiscuidad.

Anorexia y Bulimia: Causas.

¿Por qué ha aumentado el número de casos en los últimos años?, ¿Cuáles son las causas sobre las que podríamos actuar?.

Las respuestas son difíciles y podrían ser múltiples.

Los detonantes del aumento de la anorexia y la bulimia nerviosas entre las jóvenes, sobre todo entre las chicas, son múltiples, pero los especialistas creen que las causas principales de este incremento son:

- el excesivo culto al cuerpo,
- y la definición del éxito femenino basada en unas medidas concretas.

Los estudios sociológicos sobre esta cultura de la delgadez han demostrado que las chicas jóvenes son especialmente sensibles a los modelos sociales establecidos. En una encuesta reciente realizada en el Reino Unido, sobre 30.000 jóvenes de entre 9 y 16 años, sólo un tercio de las chicas estaban conformes con su peso. El 60% quería adelgazar.
Sin importar como los ven otros, los adolescentes rara vez están satisfechos con su aspecto. Como cabría esperar, las chicas suelen ver su peso y forma corporal con desagrado, pero los chicos también envidian los cuerpos de los modelos, actores... Esta disparidad entre lo que se percibe y lo que se desea con frecuencia origina una conducta de alimentación inadecuada. En un estudio realizado en 1700 adolescentes y adultos jóvenes de 12 a 23 años, se compararon las actitudes individuales sobre su aspecto con estándares de peso apropiado para su edad. Los resultados destacan el hecho claramente obvio de que muchas chicas en este grupo de edad desearían pesar menos, mientras que en los varones es más probable que prefieran pesar más. Más de la mitad de las chicas cuyo peso era realmente normal se consideraban con sobrepeso, y el 60% de las que tenían menor peso estaban satisfechas con él. En el grupo masculino de peso normal, el 31% no estaba satisfecho con su peso, y de ellos dos tercios se consideraban con menor peso.

Las actitudes de las personas jóvenes con sobrepeso reflejan las actitudes de la sociedad hacia las personas con sobrepeso. Aunque el número de personas con sobrepeso en cada sexo fue el mismo (40%), 63% de las chicas no estaban satisfechas con su peso porque pensaban que era excesivo, en tanto que sólo el 22% de los chicos consideraron que tenían sobrepeso. El 54% de las chicas y el 33% de los chicos expresaron su desagrado con la forma corporal. Las chicas se preocuparon en particular por los muslos y caderas, y los varones se preocupaban de los diámetros de su tórax, brazos y abdomen.

Ambos grupos comentaron haber alterado de manera deliberada las conductas alimentarias, con mayor frecuencia en chicas que en chicos:

- intentos para perder peso (38% de las chicas y 11% de los chicos),
- ayuno durante 24 h. (31% de las chicas y 12% de los chicos),
- excesos alimenticios (30% de las chicas y 24% de los chicos)
- y vómito provocado (8,5% de las chicas y 2% de los chicos).

Tanto las chicas (31%) como los chicos (11%) manifestaron su preocupación sobre problemas relacionados con la alimentación, lo que en general se acompaña de intentos de controlar su peso.

Es sobre todo la mujer quien está sufriendo la presión sociocultural y estética, a favor de un cuerpo delgado. Dicha presión no es la causa de los trastornos alimentarios, pero sí justifica que haya una preocupación mayor por un cuerpo delgado en las mujeres que en los varones. Pero hay que tener en cuenta que además de la influencia de las modelos, existen otras causas que inciden en el desarrollo de estos trastornos alimentarios.

Una de las vías que se está intentando confirmar a la hora de aclarar la mayor incidencia de la anorexia y la bulimia entre las chicas es la posible predisposición genética de las mujeres a este tipo de trastorno. Existen pruebas de que existe un factor genético, pero esta predisposición no implica que se vayan a padecer estas enfermedades. Los factores sociales y culturales influyen en la perdida de peso voluntaria. La fusión de la predisposición genética junto a los factores anteriormente citados serán determinantes en la aparición de ambas enfermedades.

Factores de riesgo como:

- determinadas características de personalidad,
- edad,
- disposiciones biológicas,
- poca autoestima,
- conflictividad en el seno familiar,

ayudan a entender los trastornos alimentarios, pero por sí solos no los explican. Por otra parte, también ejercen gran influencia la presión social, así como la insatisfacción corporal o una actividad física excesiva. La combinación de algunos de estos factores de riesgo es lo que puede propiciar el desarrollo de la anorexia o la bulimia.

Anorexia y Bulimia: Tratamiento

Es importante que el equipo encargado del tratamiento sea multidisciplinar: endocrinólogo, psiquiatra, psicólogo, dietista, y enfermera...

Las necesidades de tratamiento médico varían y dependen de la edad del paciente, la severidad de la desnutrición y el grado de deshidratación y otras complicaciones. La historia dietética, la existencia de bulimia y de vómitos, y el abuso de medicamentos (laxantes y diuréticos) influyen en el tratamiento. El principal objetivo del mismo es restablecer la función fisiológica normal. La alimentación es una condición sine qua non, pero no definitiva. Se puede aumentar el peso del paciente en unos días, pero el problema permanece, con el agravante de que la persona estará más angustiada y rebelde. Por lo que el tratamiento debe incluir:

a) el restablecimiento del orden nutricional,
b) la ayuda psicológica al paciente, individual y grupalmente,
c) y el trabajo con la familia.

Los objetivos del tratamiento se discuten con el paciente y debe existir flexibilidad a la hora de implantar el programa. Al principio la depedencia del terapeuta y del programa es intenso; con el tiempo existe un movimiento gradual hacia mayor responsabilidad y autonomía por parte del paciente.

a) Restablecimiento del orden nutricional

El tratamiento dietético debe ser progresivo y según el estado nutricional del paciente. La dieta debe ser equilibrada, aconsejándose alimentos de alto valor proteico. Es importante que el paciente realice pequeñas comidas y frecuentes para mejorar la tolerancia. Cuando se hace difícil la realimentación por rechazo del paciente, pueden utilizarse preparados nutritivos líquidos, e incluso llegar a la alimentación por sonda. La alimentación parenteral es la última vía de elección.

Es importante proporcionar al enfermo una dieta que le aporte la energía suficiente para que vaya recuperando peso. Pero, también es fundamental la educación nutricional. El paciente debe convencerse de que el hecho de comer no va a conducirle a una obesidad. En la práctica es frecuente la insistencia del enfermo cuando empieza a recuperar peso sobre si va a engordar demasiado. Por lo que hay que dejarle muy claro que el dietista no es en absoluto partidario de provocar obesidades.

En el caso de la bulimia, el control del peso es un objetivo secundario, el objetivo primordial es el control de las crisis. Sin embargo, en estos pacientes que presentan sobrepeso u obesidad, también debe considerarse el control dietético que debe dirigirse sobre todo hacia la educación alimentaria. Las recomendaciones dietéticas deben apuntar a una alimentación equilibrada, variada y regular. Es necesario que la alimentación sea fraccionada y que el paciente no omita ninguna comida entre horas, ni en caso de no tener apetito, para así poder prevenir las crisis de bulimia.

b) Ayuda psicológica al paciente

Es fundamental concienciar a la persona de la importancia de su enfermedad porque suele minimizarla o intenta negarla. A veces la dificultad radica en la aceptación del trastorno. Los programas de tratamiento de la anorexia y la bulimia, incluyen diversas comidas a lo largo del día. Además se da especial importancia a las actividades (asambleas, teatro, actividad física, bailes, talleres...) y a todo aquello que tiene que ver con la socialización del paciente. Así, los enfermos comen en grupo, y aprenden a aceptar la hora de comer como otro momento más del día en el que también se puede compartir, charlar con los demás...

c) Trabajo con la familia

El entorno familiar cumple un papel esencial. Los padres sufren un proceso en el que la autoridad se considera autoritarismo y es una cosa mal vista y repudiada en la sociedad, cuando en realidad es una función natural de los padres. Por este motivo se trabaja desde el primer momento con la familia, sobre todo con los padres que deben colaborar siguiendo unas pautas concretas para crear el ambiente propicio en casa. Hay que educar a las familias para que comprendan que no es suficiente con modificar los síntomas y conseguir que el paciente coma. Las reuniones y asambleas con otros padres afectados son también una fórmula de ayuda para hacer frente a diferentes situaciones que se pueden ir presentando.

Una de las claves del tratamiento está en considerar a la anorexia y la bulimia no sólo como una enfermedad del individuo, sino como una patología social. Más allá del cuerpo y la comida hay una sociedad enferma que impone sus criterios e impide que cada uno saque de dentro sus valores y se acepte con sus rasgos positivos y negativos. Según este criterio, la comida es un refugio, como puede ser la droga y tras el que se oculta una persona con problemas de comunicación y dificultad para expresar sus emociones.

En general, el tratamiento suele realizarse al principio de forma ambulatoria, pero en caso de que éste no sea efectivo se impone la hospitalización del paciente. El enfermo solo ingresa en un centro hospitalario si su estado físico es lo suficientemente grave. El objetivo consiste en restablecer los hábitos alimentarios y conseguir independencia y autonomía, rompiendo con el papel controlador y obsesivo que se establece en torno a la comida.

En los casos graves de anorexia y bulimia, la familia puede solicitar el internamiento de las personas cuya vida se encuentra en peligro. La ley equipara legalmente estos trastornos alimentarios con enfermedad mental que afecta la integridad física y pone en riesgo la vida de estas personas. Tal vez la coacción no sea la mejor forma de atajar un problema, pero desde algunos sectores implicados se considera que esta medida legal puede salvarles la vida, aunque deban pagar por ello con el alto precio de la libertad.

El camino hacia la recuperación es largo y duro, porque más allá de modificar los hábitos alimentarios se trata de cambiar conductas. Es difícil hablar de curación definitiva, en algunos casos los síntomas se redimen y en otros se cronifican.

Anorexia y Bulimia: Perfil de una anoréxica.

Sandra tiene 16 años y está siendo tratada para dejar de sentir temor a engordar. Es todavía una niña, como dice su médico, y ya vive angustiada. Sufre de anorexia.

"Todo comenzó porque me sentía mal, gorda, no me quedaba la ropa. Me acostaba pensando en mi cintura y en la mañana el espejo me demostraba que tenía razón, ¡estaba gorda!", dice Sandra.

Las anoréxicas como Sandra se reconocen porque se tornan muy delgadas al punto de inanición real, perdiendo hasta el 75 por ciento del peso corporal normal.
Sandra es una excelente estudiante, deportista, con disciplina férrea. Bajar el peso es una forma de demostrarse que puede controlarlo todo y lograr lo que desea. Sin embargo, vive fatigada e irritable.

Pueden parecer normales a la hora de almorzar o comer, como en el caso de las bulímicas, en el que a pesar de que se alimentan bien, terminan en un baño vomitando. Es una enfermedad a veces vergonzosa, por eso se alejan de la gente, se esconden, terminan solitarias, se les cae el pelo, las uñas, sienten más frío, se tornan tristes. Las anoréxicas buscan excusas para no comer, la mejor de todas: "estoy haciendo dieta".

Para Sandra el peso se perdía con las horas:" Me tomaba un vaso de agua, con un banano al día. No comía carne, no me interesaba, pero sabía que lo que estaba haciendo no era bueno para mi salud".

"Muchas de esas niñas no quieren crecer, madurar. Sus cuerpos así lo demuestran, no se desarrollan normalmente. Quieren seguir siendo las niñas de la casa", afirma el siquiatra Jorge Alberto Aldás.

Fuente: Lafacu.com