FBI: UNA 'GESTAPO AMERICANA'

Por: Roberto Bardini (desde México, especial para
ARGENPRESS.info) (Fecha publicación:27/07/2003)

Julio ha sido un mes pródigo en conmemoraciones: nacimiento de Simón Bolívar, fallecimiento de Eva Perón, asalto al cuartel Moncada... Sin embargo pasaron desapercibidas dos fechas: el 26 de julio de 1908 se creó en Estados Unidos la Oficina de Investigación del Departamento de Justicia, que es el antecedente del Federal Bureau of Investigation (FBI), denominado así en 1935. Y el mismo día, en 1947, se fundó la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Son dos fechas para recordar, no para celebrar.

El origen del FBI se remonta a 1908, cuando se formó la Oficina de Investigación del recién creado Departamento de Justicia. Tras una reorganización en 1924, John Edgar Hoover se convirtió en su primer director. Conservó el puesto durante 48 años, desde el gobierno de Calvin Coolidge hasta el de Richard Nixon.

Nacido en Washington el primero de enero de 1895, Hoover, estudió Derecho en la Universidad George Washington. A los 22 años de edad, comenzó a trabajar para el Departamento de Justicia. A los 29, llegó a la dirección de la Policía Federal y se mantuvo bajo ocho presidencias de republicanos y demócratas. En 1935 creó el Federal Bureau of Investigation.

Hoover fue riguroso en el reclutamiento de agentes. Además de exigir estudios y altas calificaciones, tenía preferencias por los aspirantes de tipo blanco, anglosajón y protestante. Prohibió la ropa sport, no permitió que sus hombres usaran bigote e implantó el uso de traje y corbata. Al mismo tiempo, incorporó los más modernos sistemas tecnológicos de investigación. Pero su racismo impidió que durante muchos años ingresaran investigadores negros al FBI. Tampoco fue partidario de incorporar mujeres.

En la década de 1930, Hoover adquirió notoriedad por la captura del ladrón de bancos John Dillinger, conocido como 'el enemigo público Nš 1' y el mafioso Al Capone. También persiguió 'rojos' y reprimió a huelguistas. Sus éxitos, agrandados por la prensa y sus propios especialistas en relaciones públicas y propaganda, le inflaron el ego y aumentaron su autoritarismo.

Virtudes públicas, preferencias privadas

Obsesionado por orden, la disciplina y el mantenimiento de rutinas, Hoover tenía predilección por hacer investigar hasta los más mínimos detalles de la vida sexual de sospechosos, delincuentes, ciudadanos comunes, presuntos subversivos, políticos, artistas de cine, actores de teatro, escritores y músicos.

Durante la mayor parte de su vida, el jefe del FBI logró ocultar su homosexualidad. Sólo después de su muerte -el primero de mayo de 1972- se publicaron dos biografías con datos y testimonios irrefutables. Se supo entonces que algunos capos de la mafia lo habían fotografiado secretamente en fiestas privadas, vestido como una 'señora', con ropa elegante y zapatos de tacos altos.

Joseph Bonnano, el último de los 'padrinos' ítaloamericanos de Nueva York, llegó a mostrarle algunas fotos. A cambio, el mafioso gratificaba al jefe policial avisándole con anticipación cuales caballos ganarían las carreras en el hipódromo. Existía un amable arreglo: cuando Hoover y su amante, Clyde Toison, subdirector del FBI, apostaban a los caballos de la mafia, iban sobre seguro: si perdían, no pagaban; sólo cobraban cuando ganaban.

Uno de los contactos de Hoover para asistir a esas fiestas privadas era el abogado Roy Cohn, otro homosexual, quien fue asistente del senador republicano por Wisconsin, Joseph McCarthy, durante la 'cacería de brujas' que asoló a todo el país.

Quizá fue a través de esa sórdida doble vida que Hoover comprendió tempranamente que la información confidencial era un poderoso factor de presión y, al mismo tiempo, un recurso para subir los peldaños hacia el poder. A lo largo de más de cuatro décadas, no titubeó en violar todos las garantías constitucionales y los derechos a la privacidad de sus conciudadanos. Poseía archivos repletos de expedientes -que nadie le había ordenado iniciar- sobre políticos, militares, científicos e intelectuales.

Los G-Men en acción

En junio de 1939, cuando la inminencia de una segunda guerra ensombrecía Europa, el presidente Franklin Delano Roosevelt se reunió con Hoover y los secretarios de Guerra y Marina para coordinar futuras actividades de inteligencia. El jefe del FBI, funcionario ambicioso, maniático y retorcido, había acumulado un gran poder de coerción en 15 años. No le costó mucho convencer al mandatario y a los mandos militares acerca de la conveniencia de que fuese un servicio civil, como el FBI, el encargado del espionaje y contraespionaje interior.

En septiembre, una orden reservada de Roosevelt autorizó a Hoover para recoger 'información sobre actividades subversivas'. El director de la agencia federal se lanzó a su deporte favorito: la caza de sospechosos. En los primeros meses de 1940, sus agentes -conocidos como G-men, 'hombres del gobierno'- estaban en acción. El jefe del FBI, por su lado, se dedicaba a otra de sus grandes pasiones: la autopromoción. No pasaba una semana sin que anunciara a la prensa la captura de conspiradores nazis. Y mientras le llegaban felicitaciones desde la Casa Blanca y el Congreso, en los juzgados se acumulaban los recursos de los abogados defensores de los presuntos espías.

Su éxito quedó en entredicho cuando se descubrió que muchos de los detenidos eran desempleados a quienes los agentes del FBI les habían pagado para que fingieran efectuar actividades de sabotaje. George W. Norris, senador por Nebraska, previno a la opinión pública que la agencia federal encabezada por Hoover podía derivar en una 'Gestapo americana'. Su advertencia fue sepultada por una ola de reacciones 'patrióticas'.

Walt Disney y la 'cacería de brujas' en Hollywood

Una de las cruzadas más paranoicas que encabezó Hoover fue el Comité de Actividades Antinorteamericanas, en 1947. De 400 agentes iniciales, el FBI pasó a contar con 14 mil. La comisión parlamentaria se estableció en 1938; dos años después la Ley Smith decretó la persecución de partidarios del comunismo. Cuando concluyó la Segunda Guerra Mundial y se inició la Guerra Fría, la histeria anticomunista llegó a su punto más alto, con consecuencias desastrosas para la actividad política y la creación cultural de Estados Unidos.

El FBI y la CIA, organismos que se suponía respetuosos de las libertades individuales y defensores de los ciudadanos, fueron empleados en sentido contrario. En ese oscuro clima de 'caza de brujas', Hoover se caracterizó por su falta de escrúpulos. A partir de 1948, alrededor de 600 docentes de primaria, secundaria y universidad, comunistas o sospechosos de serlo, fueron expulsados de sus puestos. En 1949 el Partido Comunista era una organización insignificante; las encuestas demostraban que el 61 por ciento de los ciudadanos norteamericanos se oponían a su programa. Para 1956 sólo había 5 mil comunistas en Estados Unidos; en algún momento llegó a decirse que la cantidad de agentes del FBI infiltrados era tan grande que si Hoover hubiera querido se habría transformado en secretario general del partido.

El escritor Marc Eliot asegura en su polémica biografía Walt Disney: Hollywood's Dark Prince ('Walt Disney, el príncipe tenebroso de Hollywood') que en 1940 Hoover le prometió al dibujante averiguar quiénes eran sus auténticos padres a cambio de que se convirtiera en informante. Disney -un hombre ultraconservador, neurótico, depresivo y bebedor- estaba obsesionado por saber si era hijo auténtico o adoptivo.

El jefe del FBI convenció al creador del Pato Donald y el Ratón Mickey que tenía indicios serios de que había nacido en España y que su madre se llamaba Isabel Zamora. Eliot, el más crítico de sus biógrafos, asegura que como a Disney le pareció poco delatar a sus colegas y empleados, fundó la Motion Pictures Alliance for the Preservation of American Ideals (MPA), con los actores Adolphe Menjou, Gary Cooper, Robert Taylor y John Wayne. Más tarde se sumó un locutor deportivo y actor de segunda línea llamado Ronald Reagan.

Hollywood fue uno de los sectores más afectados. La MPA logró que el Comité de Actividades Antiamericanas del Congreso extendiera su nefasta persecución al mundo del espectáculo. Hoover odiaba a Charles Chaplin y lo acosó hasta lograr que abandonara Estados Unidos. Se cuenta que Disney se limitó a comentar: 'El país estará mejor sin el pequeño comunista'.

La lista de Hoover

Mientras este hombre obsesivo y sinuoso se mantuvo al frente del FBI, por la Casa Blanca pasaron Calvin Coolidge (republicano), Herbert Hoover (demócrata), Franklin Roosevelt (demócrata), Harry Truman (demócrata), Dwight Eisenhower (republicano), John Kennedy (demócrata), Lyndon Johnson (demócrata) y Richard Nixon (republicano). La mayoría de los ocho presidentes estuvo, en mayor o menor medida, bajo la presión de secretos que él conocía. Posiblemente Kennedy y Nixon fueron los más afectados por algún tipo de extorsión en suspenso.

El racismo exacerbado de Hoover le llevó a perseguir sistemáticamente a los afroamericanos, especialmente al reverendo pacifista Martin Luther King.

Pero contrariamente a lo que se creía hasta su muerte, el jefe del FBI no estuvo tan preocupado por la mafia, los nazis o los comunistas. Lo que más le interesaba era la vida privada de personas famosas. Ahora se sabe que la famosa matanza del día San Valentín, el 14 de febrero de 1929, en la que Al Capone asesinó a siete integrantes de una banda rival en Chicago, mereció 110 folios de investigación. En cambio, una improbable sospecha acerca del físico Albert Einstein acumuló más mil 400 fojas.

Hoover aseguraba que Einstein había sido 'espía ruso en Berlín'. Por otro lado, le molestaba que el científico defendiera derechos civiles, causas pacifistas e ideas socialistas. Investigadores del FBI llegaron a manejar la delirante hipótesis de que el físico estaba trabajando en 'un rayo mortal'. Las indagaciones no dieron ningún resultado. Pero los sabuesos siguieron los pasos de Einstein hasta su muerte, el 18 de abril de 1955, a los 76 años.

Entre los personajes más vigilados por John Edgar Hoover estuvieron el actor Charles Chaplin, el pintor Pablo Picasso, la actriz Marilyn Monroe y el escritor George Orwell. Más adelante, no se salvaron ni el prodigioso ajedrecista Bobby Fisher ni los músicos de rock John Lennon y Jimi Hendrix.

Ahora la Agencia Central de Inteligencia (CIA) también está autorizada oficialmente a investigar a ciudadanos norteamericanos. En realidad, esa actividad no es nueva. Pero 'la compañía' es el tema de nuestra siguiente historia.


A CONDICIÓN DE CITAR LA FUENTE: "LISTA DE CORREO ELECTRÓNICO RECONQUISTA POPULAR, http://lists.econ.utah.edu/mailman/listinfo/reconquista-popular";, EL MATERIAL DE ESTA LISTA ES DE LIBRE REPRODUCCIÓN

 

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