ALCA es un proyecto colonial, afirma James Petras.


La Habana, 1ro de febrero.- El politólogo norteamericano James Petras afirmó este domingo aquí que el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) es un proyecto colonial, bajo el cual los gobiernos de la región perderán su independencia frente a Estados Unidos.

En declaraciones a Prensa Latina, el académico aseguró que esa iniciativa impulsada por Washington es una forma de pasar del neoliberalismo al colonialismo. Petras manifestó que el objetivo de la Casa Blanca es superar barreras internas de los países latinoamericanos a partir de un sistema abiertamente colonial dentro de un marco legal y político, en el cual Estados Unidos dicte sus criterios.

El ALCA es un gran peligro, mucho más grave que otras medidas como las privatizaciones e imposiciones del Fondo Monetario Internacional porque es un concepto totalizador, en el cual todo está implicado como la salud y la educación, agregó.

Petras anunció que durante su estancia en La Habana participará en la VI Conferencia sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, que se desarrollará entre el 9 y el 13 de febrero venidero, y en la Feria Internacional del Libro.
En este último evento presentaré el libro Imperio contra Resistencia, que trata sobre la dinámica y el funcionamiento del sistema norteamericano, comentó.

El estudioso subrayó que esa obra analiza la importancia que juega el militarismo norteamericano e identifica las configuraciones de poder en Estados Unidos.

Dentro de la Unión americana existe una pugna entre las diferentes fracciones de poder que debemos tratar de comprender porque no es un bloque compacto, indicó.
En su opinión, las contradicciones internas y externas, las guerras en Iraq y Afganistán y sus efectos sobre otros conflictos futuros, así como la oposición en Latinoamérica y Europa son obstáculos para que Washington se pueda consolidar.

Comentó que la conferencia sobre globalización es una oportunidad para intercambiar ideas y criticas, y formular una estrategia de lucha contra el sistema actual. (PL)

Fuente: Trabajadores Digital, 1 de febrero del 2004

 

El ALCA visto desde los Estados Unidos

Por James Petras

APOYO ENTUSIASTA DE WALL STREET

Las conversaciones y entrevistas de los hombres de negocios y de los banqueros de Wall Street, las opiniones de los editores financieros y de los representantes del gobierno en Washington y la lectura de periódicos económicos y documentos públicos nos indican que el ALCA goza de un apoyo entusiasta y casi unánime en este país. La confederación sindical AFL-CIO, que en cualquier caso carece prácticamente de poder, está tratando de imponer tarifas a las exportaciones de América Latina para proteger a los trabajadores estadounidenses, pero si hacemos abstracción de algunos grupos afines a iglesias cristianas y de las organizaciones latinoamericanas de solidaridad que se oponen al ALCA, el resto de la opinión pública estadounidense ni siquiera conoce la existencia de este acuerdo comercial.

Tales premisas nos permiten plantear diversas preguntas: (1) ¿Cómo es posible que tras el fracaso de las políticas de libre mercado aplicadas durante las dos últimas décadas en América Latina y la pobreza cada vez mayor que sufre México bajo el NAFTA exista un respaldo tan firme por el ALCA?; (2) ¿Por qué sería necesario el ALCA, si las compañías multinacionales estadounidenses y europeas han prosperado bajo el actual marco neoliberal? y (3) ¿En qué aspecto de la estrategia de guerra global de la administración Bush encaja el ALCA?

LA TRANSICIÓN, DESDE LOS BENEFICIOS EXORBITANTES AL ALCA. LOS BANQUEROS ESTADOUNIDENSES Y EL FESTÍN DEL ALCA

Entre los años 1990 y 2002 -la "edad de oro del neoliberalismo"- los bancos y las compañías multinacionales obtuvieron un trillón de dólares en beneficios, intereses de la deuda y regalías provenientes de América Latina. Además, la elite latinoamericana expatrió cerca de novecientos mil millones de dólares de "dinero sucio" (fondos de origen ilícito) por mediación de los bancos estadounidenses y europeos. Éstos, durante el mismo periodo, adquirieron más de 4000 lucrativos bancos públicos, compañías de telecomunicaciones, de transportes, petroleras y mineras, y de venta al por menor en toda Latinoamérica, pero sobre todo en Argentina, México y Brasil. El superávit del comercio de los Estados Unidos con América Latina compensó más del 25% de su déficit con Asia o más del 50% con Europa. Las tasas de beneficios e intereses de las compañías multinacionales y de los bancos estadounidenses en Latinoamérica duplicaron y triplicaron su rentabilidad en los Estados Unidos. Dichas empresas, al relocalizarse en el cono sur, fueron capaces de reducir sus gastos laborales en un 70 a 80%; la parte del mercado de venta al por menor en Latinoamérica se incrementó de manera exponencial por mediación de los bancos y de las compañías filiales, sobre todo en la comida rápida, en los centros comerciales y en los bienes raíces. En otras palabras, las políticas de "libre mercado" dieron lugar a resultados diametralmente opuestos: por un lado, los beneficios más inmensos y la mayor presencia de multinacionales estadounidenses en América Latina de todo el siglo XX y principios del XXI y, por el otro, el crecimiento más bajo durante el mismo período en la región, especialmente en Argentina, Brasil y México. La pobreza y el estancamiento de América Latina es un producto de la concentración y la centralización de la riqueza, así como de la expansión de los Estados Unidos.

Los banqueros estadounidenses son de la opinión que los regímenes "neoliberales" fueron un éxito resonante y consideran que el ALCA profundizará y prolongará los años literalmente dorados de 1990 a 2002. Las transferencias masivas de riqueza hacia el "norte" han limitado la acumulación y el crecimiento local; la privatización ha conducido a beneficios cada vez mayores y a un desempleo creciente; la desregulación bancaria ha permitido que los bancos estadounidenses se apropien de los ahorros locales y transvasen de manera ilegal miles de millones de fondos ilícitos desde América Latina a los Estados Unidos (entre los cuales se encuentran los cien millones de dólares que el Citibank desvió a nombre de Raúl Salinas de Gortari), mientras que, al mismo tiempo, los productores locales se enfrentaban a elevadas tasas de interés y a un crédito exiguo; el "proteccionismo y el mercado libre" asimétricos han conducido al control del comercio al por menor, de las telecomunicaciones y de los bienes raíces por parte de las compañías estadounidenses, así como a cupos y restricciones a las exportaciones latinoamericanas de productos agrícolas (cítricos, azúcar, algodón, langostinos, etc.), del transporte, de los textiles y de otras muchas mercancías. Si excluimos el petróleo y los productos de las plantas de montaje -de propiedad extranjera-, que poseen un bajo valor añadido, el porcentaje de las exportaciones latinoamericanas en comparación con las exportaciones de los Estados Unidos ha disminuido considerablemente. Si este inmenso volumen de riqueza que se esfumó en dirección de los Estados Unidos se hubiese invertido en América Latina durante la pasada década, el nivel de vida habría aumentado allí un 40% y los sistemas nacionales de salud y educación habrían mejorado enormemente.

La conclusión está bien clara: el apoyo de los Estados Unidos al ALCA se debe a los beneficios exorbitantes que obtienen con las políticas de libre mercado y a la creencia de que el acuerdo consolidará el marco necesario para la continuidad de las ganancias. La desintegración de las economías de América Latina y la descomposición de sus sociedades únicamente entrarían en los cálculos de Wall Street y Washington si llegaran a producirse revueltas populares, en cuyo caso Washington está preparado para imponer un control militar, pero no para modificar las condiciones de explotación.

LA NECESIDAD DEL ALCA. CON EL ALCA NO HABRÍA IMPEDIMENTOS AL PILLAJE IMPERIAL

El ALCA es una continuación necesaria del "libre mercado" porque establece una base institucional legal y formal para la absorción absoluta de los recursos, ahorros, mercados, comercio y empresas de América Latina. Tal como hemos visto más arriba, el neoliberalismo ha obtenido un tremendo éxito para Wall Street, pero todavía existen pequeños espacios de control local, así como unas pocas y debilitadas leyes restrictivas nacionales y sociales y, en algunos casos, regímenes endebles incapaces de poner en práctica en su totalidad las políticas de Washington a causa de la presión popular. El ALCA permitirá la abolición de dichos impedimentos que limitan el pillaje imperial. Tal como ha sido concebido, las políticas económicas del ALCA serán dictadas por una comisión dominada por los Estados Unidos, de la misma manera que dominó la OEA, la BID y otras organizaciones regionales. Los reglamentos del ALCA serán impuestos por un personal administrativo y por alianzas militares bajo el control de los Estados Unidos. El ALCA nace ya adulto de la matriz neoliberal, pero es también un intento de que sus políticas y estructuras se vuelvan "irreversibles". El ALCA, tras eliminar los organismos legislativos y ejecutivos locales sujetos a la influencia popular, los sustituirá por comisarios no elegidos bajo la dirección de los departamentos estadounidense del Tesoro y del Comercio, que supervisarán y formularán las políticas destinadas a una mayor penetración de los Estados Unidos, así como a proteger a las empresas estadounidenses de cualquier competición, a expensas de sus contrincantes europeas y de los productores latinoamericanos.

Por último, las compañías multinacionales estadounidenses consideran que el ALCA es un medio para impedir que sus rivales europeas se hagan con los lucrativos recursos latinos y con partes del mercado. Dado el cada vez mayor déficit comercial de los Estados Unidos con el resto del mundo, el ALCA permitirá incrementar los excedentes comerciales y facilitar las transferencias hacia el norte del "dinero sucio". El desmoronamiento de los regímenes neoliberales que les sirven de clientela, así como el auge de los movimientos populares y la elección en las urnas de regímenes progresistas, hacen que el ALCA se proponga arrebatar el poder de la toma de decisiones de manos de su desacreditada clientela para ponerlo en las de funcionarios imperiales.

EL ALCA Y LA ESTRATEGIA DE LA GUERRA GLOBAL DE BUSH. ¿PERMITIRÁN LOS MOVIMIENTOS POPULARES LA JAULA DEL ALCA?

Mientras que los funcionarios económicos estadounidenses se ocupan del trabajo preparatorio previo al pacto del ALCA en el año 2005, las autoridades de alto rango de la administración Bush cumplen un trabajo diferente, pero paralelo: la conquista militar y el monopolio de los recursos estratégicos petroleros a través de la guerra y posterior ocupación de Iraq, así como de probables guerras futuras y colonizaciones de otros países productores. Los intensos esfuerzos de Washington por fomentar un golpe militar en Venezuela y promover una guerra total en Colombia son el punto de convergencia entre la conquista por la fuerza de los recursos petroleros y América Latina.

El predominio de la ultraderecha militarista en el régimen de Bush (Wolfowitz, Perle, Cheney, Rice y Rumsfeld) significa que, al menos de manera temporal, la guerra y las políticas represoras tienen prioridad por encima de las económicas, incluido el ALCA. Washington asume que su clientela de regímenes latinoamericanos y el activo de que dispone entre los serviles ministros de asuntos exteriores se ocuparán de la promoción del ALCA. Desde el punto de vista estratégico, si fuera necesario imponerlo, los señores estadounidenses de la guerra confían en sus lazos cada vez mayores con los militares y la policía secreta de América Latina (eso que se suele denominar fuerzas de seguridad y servicios de "inteligencia).

Estudiado con objetividad, el énfasis que pone el régimen de Bush en la conquista militar se sustenta en el enorme déficit económico actual y en la esperanza de los futuros beneficios monopolísticos que obtendrá tras controlar el petróleo del Oriente Próximo y Venezuela. Mientras tanto, en el período de "transición" que va del déficit actual a las ganancias futuras, Washington trata de exprimir América Latina para obtener la diferencia. Sin embargo, los cálculos de Washington y de Wall Street no tienen en cuenta el alcance y la profundidad de la emergente ola de movimientos populares contra el ALCA y su brazo militar; mientras que Washington se ocupa de sus proyectos de construcción imperial, las masas están cada vez más inquietas y la clientela de regímenes neoliberales empieza a convertirse en un accidente de la historia. Queda por dilucidar la cuestión de qué ocurrirá en primer lugar: ¿Crearán los movimientos populares regímenes nacionalistas y socialistas antes de que Washington pueda encerrarlos en la jaula del ALCA? Yo apuesto por los movimientos populares.

NOTA DEL TRADUCTOR:

ALCA: Área de Libre Comercio de las Américas.

AFL-CIO: American Federation of Labour merged with Congress of Industrial Organisations.

NAFTA: North American Free Trade Agreement.

OEA: Organización de Estados Americanos

BID: Banco Interamericano de Desarrollo.

Fuente: http://www.rebelion.org/), traducido por Manuel Talens, Octubre del 2002

 

Acuerdo de Miami más peligroso que el plan original del ALCA

Alianza Social Continental. Miami, 21 de noviembre de 2003

La Declaración Final de la Octava Reunión de los ministros del ALCA en Miami ha venido a confirmar el fracaso del proyecto original del ALCA, no obstante los esfuerzos que se hacen para presentar un supuesto fin del estancamiento de las negociaciones y un éxito de la reunión ministerial, buscando alejar el fantasma de Cancún. La realidad es que la falta de consenso presente en la reunión de la OMC en Cancún también lo ha estado en Miami. Vuelve a constatarse que el gobierno de Estados Unidos no tiene ya más la capacidad de imponer su agenda íntegra como "consenso" general.

A la vez, sin embargo, la "salida" encontrada puede resultar quizás más peligrosa que el esquema original, puesto que además de mantener los plazos y las formas antidemocráticas para la consecución del ALCA, propone ahora un esquema "flexible" de negociación que traslada al ámbito bilateral las definiciones que no sean posibles de alcanzar en el mínimo común y deja a muchos países en una posición de negociación más desventajosa con Estados Unidos. Sobre todo se mantienen como posibles de ser negociados todos los temas, es decir, el peligro de que más allá del intercambio comercial se impongan reglas supraconstitucionales sobre el conjunto de las economías en cuanto a inversiones, servicios, propiedad intelectual, compras gubernamentales, agricultura, etc.

Aunque algunos países han hecho esfuerzos para que el marco general del ALCA sea mínimo, el famoso "ALCA lite", el que se mantengan estos temas representa un peligro potencial. Al mismo tiempo lamentamos que algunos países afectados gravemente por el "libre comercio" se empecinen en defender aún más que Washington el esquema del ALCA total. Es notorio que detrás de todo esto han jugado las presiones y chantajes al interior de las negociaciones por parte de Estados Unidos, quien no obstante que ya no convence sigue teniendo la fuerza para imponer sus objetivos, tratando de aislar a los gobiernos del continente que explicitan una visión diferente.

En todo caso, el hecho es que aunque el resultado sea un híbrido del ALCA total, el "flexible" y el "lite", se mantiene como plazo fatal el de enero del 2005, lo cual resulta cada vez más injustificado. La Alianza Social Continental reafirma su oposición al contenido y a los principios básicos que orientan esta negociación comercial, cuya esencia permanece en el acuerdo que esta surgiendo en esta Declaración. Reiteramos nuestro compromiso a favor de una integración que contemple los derechos humanos, económicos, sociales, de equidad de género, culturales, laborales y ambientales, y que preserve la soberanía de los pueblos y su capacidad de impulsar proyectos nacionales o regionales con autonomía.

La reunión ministerial del ALCA en Miami se ha realizado además en medio de un ambiente de intimidación hacia la población local y hacia los visitantes por parte de las autoridades. La Alianza Social Continental levanta su más enérgica protesta por las múltiples violaciones a los derechos de expresión y manifestación, el hostigamiento permanente hacia la sociedad civil y los arrestos arbitrarios ocurridos en las calles de Miami, en un dispositivo de seguridad absolutamente desproporcionado que colocó injustificadamente a esta ciudad en un estado de excepción durante estos días. Tal cosa no ha hecho sino reforzar la idea de que el ALCA y el "libre comercio" están basados también en la amenaza del uso de la fuerza y coincide con el incremento de la militarización en el continente. No hemos visto la democracia y la libertad de que se habla en Estados Unidos. Quizás esta es la forma en que Miami quiere ser mejor candidata para ser la sede del ALCA, un ALCA rechazado por los pueblos y que tiene que ser defendido con la policía.

Desde aquí, desde esta ciudad norteamericana, reafirmamos nuestra convicción de continuar la lucha y fortalecer nuestra organización en los niveles continental y nacional para detener el ALCA e impulsar nuestras alternativas a favor de una integración que contemple los derechos y anhelos del continente. Contra las pretensiones de dividirnos, afirmamos que la lucha de cada pueblo es la lucha de todos y hacemos un llamamiento a los gobiernos de los países pobres de la región para que en el proceso de negociaciones que viene no se dejen imponer acuerdos contrarios a los intereses de la soberanía y el desarrollo de sus países.

Fuente: Alianza Social Continental. Miami, 21 de noviembre de 2003.

 

La relación entre el neoliberalismo y el ALCA (TLC) es una paradoja

Por Osvaldo Martínez

La relación entre política neoliberal y ALCA es una paradoja. El ALCA es más neoliberalismo, incluso más allá de la OMC en términos de liberalización (inversiones y propiedad intelectual) y se pretende hacer operativo el ALCA cuando esta política ha perdido mucho de lo fue su atractivo, después de dos décadas de fracaso económico, catástrofe social y éxito ideológico, pero que ya va eclipsándose en la búsqueda de otra alternativa. Pero no se advierte con frecuencia que el ALCA pretende convertir el neoliberalismo -cuando éste va en retroceso-, en un compromiso jurídico de los estados. Pretenden convertirlo no sólo en una opción de política modificable por voluntad popular, sino un compromiso jurídico internacional.

Llama la atención la prisa estadounidense por hacer aprobar el ALCA. El representante del BID dijo que a partir del 2001 y ya con el gobierno de Bush se inicia una dinámica mayor, a tal extremo que se aprecian dos etapas: antes del 2001 y después del 2001.

¿Por qué este apresuramiento?. ¿Se debe acaso a una súbita euforia librecambista para favorecer el desarrollo latinoamericano?

En ese año se inicia la recesión más profunda de la posguerra en ese país, que ocurre simultáneamente en los tres grandes centros de poder económico, crisis de la cual no hay salida aún y es hoy el gran reto para la reelección de Bush. Ella tiene expresiones como déficit comercial, déficit de cuenta corriente que inducen a buscar con mayor energía mercados donde colocar exportaciones de USA y ganancias derivadas de inversiones y movimientos de capital que disminuyan el descenso de la tasa de ganancia y el déficit de cuenta corriente.

A esta prisa coyuntural se suman permanentes intereses estratégicos: petróleo, agua, biodiversidad y desplazamiento de competidores europeos y asiáticos.

Son poderosas razones para el interés estadounidense en hacer aprobar el ALCA el petróleo latinoamericano cercano y seguro, la riqueza en recursos hídricos, la riqueza en cuanto a biodiversidad que estimula el apetito de las transnacionales para apoderarse incluso de los conocimientos tradicionales de las comunidades indígenas y el desplazamiento de europeos y asiáticos de la competencia por dominar el espacio económico regional.

La ausencia de temas vitales para América Latina y el Caribe es otra característica del ALCA. Hay en este proyecto una selectividad temática que privilegia el interés de USA en la ultraliberalización de todo aquello en lo que su superioridad le asegura la ventaja (inversión, acceso a mercados, compras del sector público, propiedad intelectual, política de competencia) en el marco de un acuerdo técnicamente limitado (sólo un área de libre comercio) sin parecido siquiera con la experiencia europea de crear un Mercado Común y aproximar los niveles de desarrollo de los países participantes.

Nada hay sobre la deuda externa cuya crisis se encamina hacia un estallido. Nada hay sobre la generación de empleo en una región en que la OIT calificó como trágica la situación laboral en su informe del año 2002. Nada hay sobre equidad en el desarrollo en una región que posee la triste condición de ser la más desigual del mundo en términos de riqueza y pobreza. Nada hay sobre educación en una región con millones de analfabetos y un fuerte déficit educacional. Nada hay sobre salud en una región con elevada mortalidad infantil y materna. Nada hay sobre cultura en una región amenazada por el monopolio mediático que agrede su identidad cultural.

En general, el desdén por lo social y la creencia de que el crecimiento económico tendrá como subproducto automático la mejoría social. Esto es exactamente lo que dos décadas del Consenso de Washington niega en América Latina. Los derechos sociales y humanos como educación, salud, seguridad social, cultura y deporte no pueden ser mercancías compradas solo por los que puedan pagarlas.

La desnaturalización de los estados, de su papel y sentido social para convertirlos en simples ejecutores de disciplinas de mercado, es otro de los contenidos del ALCA. Su esencia última es insistir en la vieja y fracasada idea del Consenso de Washington de que el mercado autorregulable y el estado como mero guardián del cumplimiento de su intervención son los ingredientes necesarios y suficientes para acceder a la modernidad y que ésta es igual a desarrollo.

En la propuesta original del ALCA el estado perdería la posibilidad de aplicar políticas al desarrollo, puesto que bastaría el comercio libre y sería éste la única política de desarrollo posible.

A éstas alturas del debate, cuando hasta el Banco Mundial argumenta en favor del importante papel que tiene que jugar el estado en la promoción del desarrollo, el ALCA insiste en la relación de subordinación del estado a la empresa transnacional aplicado en el TLCAN y que es la negación total de la posibilidad de regular la acción del capital extranjero. En la variante TLCAN la empresa trasnacional puede demandar al estado ante paneles internacionales colocados fuera de la legislación nacional del estado receptor. Los 10 años del TLCAN ofrecen suficientes ejemplos de que las empresas transnacionales hacen uso de ese extraordinario escenario en que el estado nacional solo sirve para atraerlas, agradecerles su interés y echar por tierra su propia soberanía económica aceptando ser demandado por ellas en un ámbito jurídico no nacional.

No es casual que el tema ambiental esté prácticamente ausente del ALCA siendo una propuesta de un gobierno que se niega a aceptar el Protocolo de Kyoto. ¿Qué será del medio ambiente y de la soberanía de la región, si las transnacionales pudieran demandar a los estados ante cualquier regulación ambiental o de cualquier tipo que a juicio de las empresas disminuya su ganancia esperada?

¿Qué pobres estados maniatados serían esos que no podrían siquiera utilizar las compras del sector público como instrumento de política de desarrollo nacional o latinoamericana?. ¿Qué pobres estados maniatados serían esos que deberían cumplir una larga lista de requisitos de desempeño que es un Código de Conducta que las transnacionales le imponen a los estados para condenarlos a no ser estados?

¿Qué triste caricatura de estados nacionales serían esos que sólo podrían hacer sus compras según una estricta disciplina de mercado que los obliga a comprar a las empresas más eficientes prescindiendo de toda consideración de desarrollo soberano?. ¿Alguien duda cuales serían las empresas más eficientes que controlarían las compras del sector público? ¿Alguien puede ser tan ingenuo para creer que en reciprocidad las empresas latinoamericanas podrán acceder a ese mercado de unos 150,000 millones de dólares de compras del sector público estadounidense?. ¿Qué quedaría de la función social reguladora y soberana de estados encargados solo de ser guardianes de una política de competencia que persiga y condene a los llamados monopolios oficiales, pero que no diga una palabra sobre los monopolios privados en un mundo donde las gigantescas fusiones y adquisiciones de empresas crean monopolios privados muy reales y muy superiores a las capacidades de los estados de la región?

El acceso a mercados y los subsidios a productos agrícolas aplicados por el gobierno de Estados Unidos, han sido mencionados como manzanas de discordia en la negociación actual del ALCA.

Constituyen el reverso del discurso ultraliberal. La liberalización absoluta para penetrar los mercados latinoamericanos junto al proteccionismo selectivo para cerrar el mercado agrícola de Estados Unidos y el monopolio absoluto si se trata de propiedad intelectual. Este es el valor real del discurso sobre las bondades del libre comercio y la supuesta insensatez de los que no lo aprecien.

¿Acaso alguien cree que Estados Unidos va a derogar su Ley Agrícola por la cual dedica 180,000 millones de dólares en 10 años para subsidiar producciones agrícolas? ¿Acaso alguien cree que los poderosos intereses empresariales, sindicales y electorales que en Estados Unidos apoyan los subsidios, los eliminarán solo para cumplir con los postulados del discurso del libre comercio?

El tema del trato especial y diferenciado para los países de menor desarrollo es otro de los escándalos del ALCA.

Si no viviéramos en la realidad del injusto orden económico internacional vigente, cualquier propuesta estadounidense de intercambio comercial con América Latina y el Caribe que no tuviera objetivos de lucro y dominación, comenzaría por realzar ese tema imprescindible y colocarlo como centro de la propuesta.

Pero, en la triste realidad actual el trato especial y diferenciado ha podido aparecer con bajo relieve y solo después de tenaces esfuerzos de las pequeñas economías del Caribe frente al rechazo estadounidense.

El ALCA se mantiene cerrado en cuanto a concebir la reciprocidad como base para el intercambio entre partes tan desiguales como tiburones y sardinas.

Hemos visto también el modo de interpretar el pequeño segmento de trato especial que se reconoce. Consiste en que todos los países –sea Estados Unidos o sea Haití- deben hacer lo mismo y que el trato especial se reduzca a plazos algo mayores para los más débiles.

Al entrar al Salón Plenario del Congreso Nacional de la República del Ecuador, pudimos leer en lo alto una frase de Simón Bolívar en grandes letras: "Hacer, de todo el mundo nuevo, una sola Nación".

Nuestro José Martí, por haber vivido hasta 1895 pudo conocer el inicio de la fase imperialista en Estados Unidos y criticó con profundo análisis un proyecto de esencia similar al ALCA aparecido en 1890-91. Entonces, Martí reclamó defender la "América Nuestra" frente a los proyectos de dominación de la otra América, la que llamó "Roma americana".

Me pregunto: ¿Qué quedaría de los esfuerzos aún en embrión, pero muy valiosos y necesarios del MERCOSUR, la Comunidad Andina u otros esquemas de integración en cuanto a complementación productiva, coordinación de políticas educativas, ambientales, científicas, si el ALCA se abate sobre la región arrastrando a los países a una dependencia reforzada?. Más aún, ¿ quedaría algo en pie de la integración de América Latina consigo misma?. Esa integración que siempre fue necesaria y hoy la globalización la hace imprescindible.

Estoy convencido que América Latina y el Caribe están enfrentados no sólo a una propuesta de libre comercio, sino a un proyecto para la anexión a Estados Unidos en condición de apéndices subordinados. Confío en que ni los gobiernos ni los pueblos de la región lo permitirán.

(Fragmento Tomado de la Intervención del representante de Cuba, Osvaldo Martínez, en la Cumbre Parlamentaria de las Américas sobre el ALCA, Quito, Agosto 28 de 2003)

Fuente: www.alcaabajo.cu